El voleibol, voley a secas, voley-ball o balón-volea es como jugar al tenis pero sin raquetas y con una red a mucha más altura. No tanto como la canasta de baloncesto, pero cuando lo jugamos señores bajitos el desarrollo del juego es como una cosa tontaina, de echarla paquí y pallí haciendo subir y bajar la pelota como cuando tiran globos gigantes al público de un concierto. Por contra, cuando hay gente alta, la cosa se pone violenta.

El voleibol es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. En este caso, es muy sencillo: está pensado específicamente para HACERTE DAÑO EN LOS DEDOS. NO SIRVE PA OTRA P**A COSA. Bueno, también te puedes esmorrar, si te lo tomas en serio, o recibir algún balonazo; pero lo fundamental es lo dicho. Los profes de gimnasia de mi generación gozaban haciéndonos sufrir, que luego volvías a clase de historia con los dedos hinchaos y te tocaba tomar apuntes agarrando el boli como los palillos chinos de comer.

Claro, tenía algo que lo hacía adictivo, y es que solíamos jugar chicos y chicas mezclados; algo que pasaba raramente en otros deportes de equipo. Era una trampa, sin duda. Las chicas que jugaban mal se dedicaban -sensatamente- a esquivar choques con el balón (y con nosotros), pero las que jugaban bien se tomaban cumplida venganza de los pelotazos que se llevaban de nuestros partidos de fúbol, atizando voleas con mala intención para que te machacases los dedos al intentar devolverla igual de fuerte, para quedar como un machote. Sin ser yo eso.

En muchos deportes ser alto viene bien, pero en el voley es fundamental; como he dicho, llegar a atizarla por encima de la red (y que vaya pabajo y con contundencia) es básico para la victoria; lo que implica que si eres bajito te vendría bien ponerte atrás, para recibir y centrar a los de delante. Pero el cabrón que lo inventó ya se olía la tostada, y diseñó un sistema de rotación obligatoria para que te tocase jugar hacer el ridículo en todas las posiciones.

El voley, además, de entre todos los deportes con spin-off playero, es el que ha tenido más éxito: EL VOLEY-PLAYA ES DEPORTE OLÍMPICO, MANDA HUEVOS. Que no es sólo por eso que dijimos en su día, de que los deportes playeros son al deporte lo que King Africa es a la música (QUE TAMBIÉN). Es que en este caso el juego es lo de menos. Los espectadores voyeurs van al voley-playa a ver gente alta y guapa enseñando cacha, saltando y revolcándose sobre la arena, porque además las reglas obligan a jugar con camiseta sin mangas, a ellos, y con bikini-tanga a ellas. Todo está orientado a evocar surferos de Malíbú o garotas de Ipanema; de hecho, fijaos que en las retransmisiones se centran en sacar primeros planos de mozos y mozas. Es como ver «Los vigilantes de la playa» o cualquier realitichou de esos de ir medio en pelotas por una isla desierta.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.

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