El bosque de hitos recortados (R-hitos) denominado «R-hitos iguales» se encuentra desparramado por el recinto jardinoso del antiguo Colegio de Huérfanos Ferroviarios, actualmente sede de la Universidad Católica de Ávila y de alguna cosa más; hay hasta un bar. El nombre del monumento homenajea a la tercera novela del Mundodisco, Ritos iguales*. Tiene unas vistas chulas de las murallas de Ávila.
Los R-hitos tienen un problema de hecho y otro de derecho. Por un lado, cada hito tiene una inscripción para cada promoción de alumnos de la susodicha universidad. Sin embargo, los hitos son… demasiado iguales, todos de reciente factura; por lo que el efecto de ese de ancestral tradición** que comenzó en el inicio de los tiempos y los estudiantes perpetúan año tras año queda bastante deslucido; es evidente que alguien tuvo la idea hace poco y se colocaron con efecto retroactivo y a la vez todos los R-hitos de las promociones anteriores. El estado inmaculado de las piedras así lo certifica.
El segundo problema es que el efecto estético que provoca el conjunto hitístico (o hitita) está lejos de tener como banda sonora el Gaudeamus igitur o el tercer minuto de Pompa y circunstancia; más bien evoca un réquiem o alguna música asín maomeno como el tema principal de La lista de Schindler. Vamos, que te da la sensación de que caminas entre cipos o estelas funerarias. Mal rollo.
(*) Ritos iguales es una novela sobre la igualdad de derechos (el título en inglés, Equal rites, suena mu parecidamente a «equal rights»), en concreto, entre hombres y mujeres a la hora de ingresar en la universidad de magia.
(**) La mayoría de las tradiciones ancestrales ni son tan tradicionales ni son tan ancestrales. Entre ellas me es especialmente odiosa la de colocar candados en las barandillas de los puentes como signo de amor parejil, pero hay muchas más. Qué coño, casi todo lo que se justifica diciendo «es que esto es tradición aquí» es una solemne chorrada o está camino de serlo.