Pululando por el juguete ese que parece que ya no se va a comprar Eloncio Almizcle, me he encontrado con esta maravillosa imagen de un cartel a la entrada de la central hidroeléctrica de Ézaro (el autor de la foto es Javier Pozo Castillo).
Tiene toda la pinta que en algún momento ha habido en esas instalaciones algún accidente laboral y las partes implicadas se han estado dando de palos para determinar la responsabilidad acerca del mismo. Me encantan este tipo de carteles. Es por eso que me fascina esta joya en el recinto de la Ermita del Cristo del Caloco, en la provincia de Segovia.
¿Qué cojones ha tenido que pasar ahí para que «no enterrar urnas funerarias» aparezca antes que «no jugar a la pelota»? Sólo podemos imaginarlo. Pero, joder, qué historia tiene que ser…
Punto 1: No me había fijado, cuando lo vi en tuíter, que el adjudicatario principal sale retratao en la señal de prohibición, y tiene pinta de androide encapuchao o de stormtrooper.
Punto 2: Quizá echo en falta en el texto algo como en las antiguas bibliotecas, amenazando con la excomunión al que entre.
Punto 3: El tema de las urnas funerarias es que no hay un contenedor específico para ellas; y es un producto que no vas a tirar al punto limpio (en mi caso, ojo, its hereby agreed). Pero llega un momento que ocupan espacio o dan yuyu.