«El fin del mundo, en incómodos plazos.» De esta forma se presentaba en 2016 la edición española de esta novela de Will McIntosh, que pude leer hace unos meses.
Me gustó mucho la premisa, principal aliciente para hincarle el diente, y aunque el resultado acaba siendo irregular, en general me ha gustado. ¿Y cuál es el punto de partida? Pues un «fin del mundo» suave, a cámara lenta, sin cataclismos ni sucesos apocalípticos. No hay un punto de inflexión a partir del cual puedas decir que comienza la decadencia de la civilización. Simplemente asistes a la misma a través de capítulos separados, temporalmente, por días, meses o años. En cada capítulo, la sociedad actual funciona un poco menos que en el anterior. Y todo ello constituye el telón de fondo de la vida del protagonista, mucho más preocupado por su situación sentimental —¿hay sitio para el amor en un escenario postapocalíptico?— que por el declive de la sociedad en la que le ha tocado vivir. Esto mismo, que otras críticas presentan como un defecto, me parece todo un acierto. El mundo de Jasper es así y él lo va aceptando, al igual que los restantes miembros de su tribu, con total naturalidad. No hay ninguna explicación de lo que sucede en el resto del mundo, ni siquiera en otras regiones de EEUU, y de esta forma vemos el mundo a través de la misma mirilla que Jasper.
Otro acierto es la organización tribal que acabo de mencionar. El protagonista y sus acompañantes han adoptado una organización comunal en la que cada uno aporta lo que puede y todos tratan de alcanzar consensos a la hora de tomar decisiones —aunque esto acabe llevando en ocasiones a la escisión de la tribu—. Y esta forma de comuna es, precisamente, la mayor fortaleza del grupo.
No quiero comentar mucho más para no chafaros la historia por si os decidís a leerlo. Tiene sus fallos, partes poco verosímiles y un poco —pero no muy grave— de deux ex machina. Y aun con todo os lo recomiendo.
Banda sonora recomendada
Es un poco eso que dicen de la rana, ¿no? Si tiras una rana a una cacerola con agua hirviendo, salta y se escapa. Si es la pones en agua fría y vas subiendo la temperatura se abrasa sin darse cuenta… Como metáfora me vale, nunca he probado con ranas de verdad.
No sé si te has leído la triología de los tres cuerpos, no tiene mucho que ver con tema, pero puede interesarte…
La mayoría de los relatos sobre el fin del mundo tienen ese problema: un día estás en casa tan tranquilo viendo Netflix y al día siguiente estás recolectando cerebros de zombies sin solución de continuidad. Por eso a mí me gusta el apocalipsis climático: viene tan despacito que va a dar muy pocos momentos instagrameabales, pero cuando nos queramos dar cuenta vamos a estar en la mierda pero bien. Me recuerda a este monólogo de Enrique Pinti: https://www.youtube.com/watch?v=57GDvG1mG-8
Muy bueno, me sumo a la recomendación, a pesar de los fallos que pueda tener es un gran libro. Justo después de este leí otro, Leyes de mercado, de Richard Morgan, que sin ser apocalíptico ni similar en el tono, de alguna manera enseña una manera plausible de que se vaya todo al garete.
Joder, esto es rarísimo, dónde está el botón de like.
A ver, si lo pedís habrá que ponerlo… XD