Sol sostenido

Es cierto que por Ávila pasan muchos caminos; y un buen día a alguien se le ocurrió que, si todos conducen a Roma, dado un conjunto de caminos C ∈ R, podemos tomar un elemento E que pase por los puntos J y Ñ y poner conchas en el suelo S pa que se tropiece la gente G, y así nació el camino de Santiago abulense. Lo siguiente fue hacerle un monumento en una rotonda. Se ubica en la Avenida de la Juventud, pero ya lejos de Ávila y de la juventud, en el quinto pino.

Ojo, que el monumento tiene su ciencia y su poesía. Antonio Machado dijo un día que no hay camino; y su hermano Manuel, que por la terrible estepa castellana se ponía uno perdido de polvo, sudor y hierro. Ambas reflexiones aciertan, y se plasman en el chirimbolo que vemos hoy en esta rotonda sobre una base de hormigón, y lamentablemente, veremos también mañana, salvo que un torbellino de Eryngium campestre lo tape, formando un montón arrastrado por el siroco.

Lo único positivo que se me ocurre decir de esta ruta (que, al parecer, viene desde Murcia y Alicante) es que evita pasar por Madrid, ya que en aquellos tiempos postmedievales no estaba inventado el km 0 ni las nacionales radiales. Una vez pasada nuestra capital continúa por tierras teresianas (cómo no, a pesar de la rivalidad por el patronazgo de la nación, había que adaptar el camino a las nuevas modas) y se pierde en la meseta, dando tumbos hasta llegar a Galicia.

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