Éxtasis de Santa Teresa es una escultura poligonera (quicir, fabricada con fierro morroñoso en formas poligonales) recientemente pavimentada. Se ubica en la rotonda confluencial de la Avda Madrid con las calles San Pedro Bautista, Fray Luis de San José y Cuesta de Julio Jiménez. Representa a la susodicha santa, copatrona de Ávila y de un montón de sitios y entidades, recibiendo de manos del ángel calificador el documento acreditativo de haber aprobado la EBAU con un 13’872, lo que le provoca el éxtasis, tras un bachillerato pleno de sacrificios.
La escultura está claramente inspirada en la del mismo nombre, realizada por Bernini para la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. El estilo es más moderno, el ángel se da un aire a Don Miguel de Unamuno* (así de lejos). Si aquella fue costeada por el poderoso cardenal Cornaro, ésta ha sido financiada por los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria. Si desean saber por qué, les recomiendo visitar esta página tan ideal. O tempora, o mores, que dijo Belén Esteban.
En el momento de perpetrar estas líneas desconozco si la escultura ha sido objeto de inauguración por parte de alguna autoridad competente; o si ha aparecido allí, así como quien no quiere la cosa, a ver si cuela; aprovechando que el 15 de octubre se encienden las calefacciones comunitarias en Ávila**. Lo que sí que les puedo decir es que los lugareños nos hemos quedado tan morroñosos como las dos figuras aquí representadas, y mucho me temo que no serán las últimas en esta línea. El product placement teresiano está de moda.
(*) Podría representar al mancebo Andrada. ¿Tampoco saben quién es?
(**) Pa los forasteros, quizá este dato sea el más verificable de todo este post.
Recordarán vds que (hace un mes o así) el Camarada me informó de que se estaba llevando a cabo la erección de una rotonda-monumento dedicada al Diario de Ávila (en este link pueden ver incluso un supuesto render de la hovra, aportado por Elzo). Pues bien, como suele pasar siempre con las cosas que me comenta el susodicho Camarada, se había enterado mal. Lo que se estaba perpetrando no es sino una rotonda dedicada a la (vida) Diaria de Ávila; esto es, lo más representativo de nuestra agujereada ciudad, antiguamente conocida como Abula, Abyla, Óbila y cualquier otra combinación que se inventen.
La rotonda se compone de la preceptiva valla de obras señalizada con cinta de colorinchis, agujero de cierta profundidad, señales de peligro provisional (fondo amarillo) y tela verde de esa de tapar desastres. Durante algún tiempo ha convivido con las obras de la red de calor que cortaron al tráfico el Paseo de Don Carmelo en sentido pallá, pero ahora vuelve a mostrarse orgullosa e independiente. El hecho de ubicarse en una de las rotondas con más tráfico de la ciudad dificulta la instalación de unas escaleras mecánicas para bajar al parque de San Antonio (concretamente, a la zona de esparcimiento perruno), que habría sido la guinda a este pastel.
El monumento en cuestión nunca estará terminado, como corresponde a este periodo de incertidumbres que atravesamos. Es posible que lo tapen y lo dejen visitable unos días, para volver a abrir el bujero y reanudar las obras, como está sucediendo con algunas calles (Paseo de la Estación, Jimena Blázquez, y las que nos quedará por ver).
¿Cómo? ¿Una entrada perteneciente simultáneamente al Ávila Street Museum y al Ávila Road Museum? ¿Y escrita por el Camarada en lugar de Supermon? ¿Qué fantasía es esta? Pues ya lo ven. Esta obra es tan peculiar que no tenía claro en cuál de los dos categorías debería estar incluida. Así que va en las dos y ya decidan ustedes dónde les cuadra mejor.
Pero pasemos sin más dilación a contemplar este palimpsesto viario de indudable belleza. Como ya sabrán —y si no lo sabían, ahora ya sí—, el ayuntamiento abulense mantiene desde hace meses un frenesí de obra pública de flipar. Las obras se amontonan, se superponen y acaban hasta dándose de codazos. En su afán por modernizar la ciudad, nuestro consistorio parece haber decidido que Ávila tiene que ser una especie de Tokyo castellanoviejuno y ha rendido este sentido homenaje al segundo paso de peatones más famoso del mundo*: el cruce de Shibuya.
Como puede observarse, los sucesivos pintados y borrados de pasos de peatones han alumbrado esta jungla de rayas que provoca que el cerebro te haga muaré, pantallazo azul y no sepas adonde ibas ni para qué. Cualquier parecido con la idílica imagen que muestra Google Maps en pura coincidencia.
Sólo cabe recomendarles precaución si se animan a visionar la obra en directo. Buenos días.
*Si pongo que es el primero, Supermon me capa, que seguro que para él es ese que aparece en una portada de los Beatles que ha dado para locas teorías de la conspiración.
Recuperamos puntualmente el Ávila Road Museum para hacer llegar a sus monitores la última novedad en cuanto al arte rotondil abulense: Rotonda con Resaca. Casualmente es la que tengo más cerca de casa, se ubica en la Avda Madrid en su confluencia con la C/San Pedro Bautista y alguna otra que por allí aparece.
La originalidad consiste en el modo de indicar la rotondez (o rotundidez) de este elemento ordenador del tráfico. La preceptiva señal de las volteretas se ha colocado descansando sobre el césped, harta de ver tanto coche girar a su alrededor. La explicación que se me ocurre es que haya salido de su ubicación y empleo originales para tomarse algo en los locales fiesteros de los alrededores, la pasada noche, y haya salido algo perjudicada por los excesos y el alcohol.
Ya lo decía Stevie Wonder* «si bebesssss no conduscassss». Es lógico que una señal como ésta sea más vulnerable al mareo propio de la intoxicación etílica.
(*) Para los millenials, un anuncio de la Degeté para concienciar a la juventud sobre por qué no hay que ir ciegos de gintonics al volante. Don´t drive drunk, decía (o más bien, tarareaba) en la parte que se le entendía.
Estimados lectores (sonido de fanfarrias) ¡baby rotonda está viva! El ÁSM les trae en rigurosa primicia la evolución de los acontecimientos. La sonda tripulada «Mon 92», tras completar un par de órbitas, nos ha enviado nuevas fotos donde se puede comprobar ferpectamente que el prometido monumento a los enfermeros no se ha quedado en agua de borrajas, y que está a punto, ya que hoy, 12 de mayo, es el día internacional de la enfermería, y puede pasar cualquier cosa. Incluso que vayan políticos no invitados al acto y se miren mal entre ellos.
Vamos al lío. Una hermosa figura pétrea prismática luce en el centro (aproximado) de la nueva rotonda, elevándose sobre la cubierta vegetal. Por el momento no hay inscripción alguna, por lo que se abren dos posibilidades:
El monolito es una peana, por lo que pronto aparecerá un monumento encima de la misma. Dada la reducida superficie, el chirimbolo no creemos que pudiera ser muy grande: se descartaría que lleve la figura de una enfermera morroñosa* a tamaño natural, como apuntaron algunos ejpertos. Probablemente se trataría de algún objeto alusivo a la profesión: un tensiómetro, un desfibrilador o una botella de vodka.
El monolito es el monumento. En este caso (bastante habitual en los últimos engendros rotondiles, como los la dedicatoria con lío o la de las vacas) la finalización sería inminente y cutre: una sencilla placa a modo de matrícula, con una inscripción laudatoria. Sin embargo, en este caso lo lógico sería que el pedrusco hubiera venido de fábrica con la inscripción ya adosada, algo que nos desconcierta.
Sí, posibilidad 3. ¿Qué pasa? Nunca os fiéis de mí. A lo que iba: si el monumento quiere representar fidedignamente a una enfermera en el ejercicio de sus funciones, no descarto que lo que se coloque sea una escultura de una enfermera fumándose un cigarrito (guiño, guiño), en el exterior de la rotonda, tó estresá, porque lleva ya 22 horas de una guardia interesante. Y quedaría de cohoneh, no me lo negarán.
¿Qué pasará? ¿Qué misterios habrá? Puede ser mi gran noche… Estarán conmigo en que it’s very difficult todo esto de colocar un monumento a plazos, aunque por otra parte, nos permite asistir en primera fila a algo que los humanos raramente somos capaces de poder contemplar, como la reproducción de los castores de Alaska o a Cuca Gamarra en actitud dialogante. Continúen atentos a nuestras pantallas, donde esperamos desvelarles próximamente qué excelsa y monumental erección es la que finalmente se produce.
Estimados y escasos seguidores de este bló, si los astrónomos andan engorilaos con la posibilidad de que Betelgeuse llegue al final de su ciclo estelar y reviente en plan supersupernova, emitiendo más luz que Vigo en Navidad y proclamando que el fin de los tiempos se acerca (una vez más; penitenciágite, hermanos); el Halón Disparado Ávila Road Museum Lagarto Spock tiene a bien mostrarles algo todavía más increíble y jermoso: el nacimiento de una rotonda*. Esta protorrotonda se ubica, por ahora, en la confluencia de la Avda Madrid (creo que es la única rotonda de la avenida que no tenía chirimbolo) con la C/Cardeñosa, lugar que en el futuro y para la posteridad se denominará «Rotonda de los enfermeros«.
Por el momento, el lugar ha sido delimitado con una cinta bicolor, de esas que la humanidad ha escogido como símbolo universal para representar la frontera entre el bien y el mal (en exteriores, en interiores se suele usar una fregona en diagonal, ya tú sabeh). En realidad, lo de la cinta parece un poco absurdo, ya que normalmente nadie va a caminar por el interior de la rotonda, y si lo hiciera un vehículo, sería formando parte de un accidente con componente etílico, que dudo que la cinta hubiera podido evitar. Supongamos, pues, que la cinta quiere mostrar la firme voluntad de llevar a cabo la erección del monumento a los enfermeros, de un modo bastante cutre, lo que por otra parte es acorde con el devenir de los tiempos.
A partir de aquí, puede que -como nos pasa con Betelgeuse- sucedan dos cosas: o que los acontecimientos se precipiten (estando en época electoral, no descartamos una inauguración in extremis), o que por el contrario, esto se quede así durante otro millón de años, como la famosa plaza del zócalo de Ciudad de México, que se llamó así porque se puso la base del monumento pero nunca la estatua. Cosas peores se han visto.
Lo siguiente, y lo que nos tiene en ascuas, es el tipo de monumento elegido. Creo que todos y todas en este bló estamos deseando que sea un engendro de fierro morroñoso. Me atrevería a hacer un boceto, incluso (en modo «sujétame el cubata», of course). Pero hay que ser realistas; los tiempos están cambiando, y el Colegio de Enfermería se suele gastar el dinero en otras cosas más mundanas (juergas, sobre todo). Mucho me temo que lo que se colocará en el centro del círculo sea un hito de piedra (en Ávila nos sobran) o algún otro chirimbolillo conmemorativo con placa alusiva a la motivación. Bueno, esa cinta rojiblanca creo que indica que la dedicatoria será algo menos invisible que la de la Glorieta del Doctor Carlos Marcelo Francos von Hünefeld**.
Por último, he de hacer una propuesta que seguro que no será tenida en cuenta. La rotonda debería llamarse «de las enfermeras». Porque si hay una profesión en la que no es necesario usar lo de «enfermeros, enfermeras, enfermeres y enfermer@s» es ésta, en la que se puede aludir al conjunto del personal en femenino y no creo que nadie se moleste. Tú dices «las enfermeras del hospital reclaman loquesea» y se sobreentiende que es el conjunto del personal sin excluir a los varones ni a las varonas***.
En cualquier caso, este bló se compromete a mantenerles informados de la evolución de los acontecimimientos. Una sonda tripulada será enviada periódicamente a la rotonda (bueno, no entraré en la rotonda, me colocaré en órbita de Lissajous) para inmortalizar todo lo que allí suceda.
(*) A ver, en realidad la rotonda ya existe; pero se encuentra incompleta sin su chirimbolo. Es a esa condición de rotonda pluscuamperfecta a la que nos referimos.
(**) Que es verdad, este señor con nombre de emperador mexicano (o de alcalde de Überwald, si lees a Pratchett) fue un jran médico que ejerció en el hospital de Ávila y falleció haciendo parapente. Y su rotonda sólo tiene este cartelillo como muestra de homenaje, que ni sale en Gúguel Maps ni ná.
(***) La palabra varona existe. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada varona, porque del varón fue tomada (Gen,2:23).
El conjunto rotondil denominado «Sistema cuadrático» es un sistema binario de rotondas de forma cuadrada, una con fuente, adoquines y macetas y la otra con hierbecillas, que se ubica en La Alamedilla del Berrocal, localidad que forma parte del municipio de Ávila. La Alamedilla (prescindamos de los pedruscos) es el primer pueblo que uno se encuentra saliendo de Ávila en dirección Salamanca por la carretera N-501 (no por la autovía). En el Maps la plaza aparece alternativamente como «de la Iglesia» o «de la Constitución», preciosa dicotomía propia de las películas de Don Camilo y el alcalde Pepón.
Dado que la mayoría de las rotondas con chirimbolo de la cabecera municipal ya forman parte de este museo (quedan bastantes rotondas, pero de las que no tienen fierro morroñoso ni perrito que les ladre), y a petición de uno de nuestros positrolls (o troll con carga positiva), @gbuenadicha, hemos ampliado nuestro radio de acción a los barrios anexionados, eufemismo para denominar a lo que antes se decía «anejo».
No por ser un pueblo pequeño, La Alamedilla iba a estar desprovisto de rotondas; y de hecho, como se ha comentado, presenta un caso singular: un sistema binario. Todavía no he podido determinarlo, pero parece que la de la fuente sería la principal, y la de hierbas orbitaría alrededor de ella. También presentan la peculiaridad de la forma cuadrada, si bien la principal tiene bordes redondeados; reminiscencia quizá de un pasado geológico en el que tanto Alamedilla-A como Alamedilla-B hubieran sido rotondas de la secuencia principal, bien formadas y redonditas; y la intervención de alguna subvención europea para asfaltar calles hubiera modificado posteriormente su forma y composición.
El añadido de las 8 macetas confirmaría que Alamedilla-A tuvo originalmente atmósfera, cubierta vegetal y posiblemente floripondios. Tras la intervención adoquinadora, la población local se habría resistido a la pérdida de identidad, colocando estos receptáculos donde -suponemos- se habrían sembrado geranios o pensamientos.
Continuando con mis investigaciones, cuando hice la foto encontré al lado de las rotondas un balín de gomaespuma, de esos de las pistolas de juguete que admiten cargadores como los de los AK-47, prueba de que el tráfico es escaso y las rotondas presentan actividad infantil guerrillera, la cercanía a la capital posiblemente ha permitido la existencia de familias con niños, algo que cada vez escasea más en esta vacía parte de la galaxia.
Tras la «Dedicatoria con lío I«, aquí viene la II (estaba claro que ese palito numeral romano no presagiaba nada bueno). Esta glorieta se ubica en la Glorieta del Escultor Antonio Arenas, que como a los abulenses no les sonará de nada, y a los forasteros, menos, os diré que es la que se halla en la confluencia de las calles San Pedro Bautista, Santa Cruz de Tenerife (casualmente, la misma que la Rotonda con lío I), Virgen de la Soterraña y Luis Valero. La que está debajo del Pabellón Municipal de San Antonio.
El lío comienza por una rotonda que no es tal, no es redonda y además no se respeta la prioridad de giro, si vienes por San Pedro Bautista y quieres girar a la izquierda tienes que ceder el paso aunque tú estés rotondeando. Mal vamos. Continuamos para bingo. La glorieta está dedicada al escultor y maestro Antonio Arenas, como se puede leer en esta noticia que cita un acuerdo municipal del municipio, de 2015. Hasta ahí, vamos bien. Y pallá que me fui con mi cámara de fotos móvil a inmortalizar el cartelín que dejase constancia para la posteridad la citada dedicación, cosa que me resultó imposible por falta de cartelín.
Lo curioso del caso es que en el centro de la no-glorieta hay una escultura, pero ni es del citado escultor*, ni está dedicada a él. Como pueden admirar en la afoto, ahí se representa ¡en fierro morroñoso! (¡por fin volvemos por el buen camino!) a un karateka en posición de hacer algún movimiento de esos con grito adyacente y nombre codificado en kanji. Una chapa en la peana de granito local nos saca de dudas: se trata de un homenaje a Luis Javier Dominguez, profesor que fue de la citada disciplina, prematuramente fallecido.
Dominguez Villahoz era una persona mágica. Imagínense ustedes a lo peor de la sociedad abulense, compuesta por todos esos niños que no hay quien les aguante (rebeldes, hiperactivos, tocapelotas, traviesos, etc, etc). Pues a muchos de ellos, iba algún cuñao y les decía a sus padres: «apúntale a kárate** » . Y entonces les llevabas a clase con Luis Javier. Y te quedabas mirando el desarrollo de la clase, desde el cristalillo del pasillo por las rejendijas de las cortinillas. Y veías cómo, por algún extraño hechizo oriental, todos esos energúmenos en miniatura se quedaban como corderitos obedientes siguiendo las órdenes y enseñanzas del sensei. Sin levantar la voz, sin amenazar con castigos, sin mostrar enfado ni cólera.
Vale que a la salida volvían a comportarse como cabestros, bueno, pero poco a poco iban mejorando y en algunos calaba la filosofía del equilibrio y el respeto***. Conste que yo apunté a la mía por lo contrario, para que no se quedase sentada en casa conversando con su hámster; y le gustaba karatear. Sin embargo, ella ha heredado de su padre la nula capacidad de concentración que se requiere para repetir las katas sin confundirse; y tras un par de años sin pasar del cinturón blanco, abandonó la disciplina; no sin pena, porque adoraba a su profe.
Resumiendo, desde este bló aplaudimos la dedicatoria al maestro Luis Javier, pero ¿qué ha pasado con Don Antonio Arenas?
(**) Utilizo la acentuación hispana de España, esdrújula, En hispanoamérica creo que prefieren la llana (karate) y mis nulos conocimientos de la lengua nipona me hacen sospechar que allí dirán «kara…té» y con cara de mala leche.
(***) Cosas filosóficas que admiramos de los japoneses, cuando se les pasa lo de la filosofía del Bushido y el Kokusui shugi.
Seguimos con rotondas baratas y sin chirimbolo de fierro morroñoso. La Glorieta de Jesús de Medinaceli, de reciente designación, se ubica en la confluencia de la Avda Sta Cruz de Tenerife con la calle La Sierpe, y también, con las calles de Segovia y Virgen de la Portería, y con la Plaza de San Antonio (realmente, la rotonda formaba parte de la plaza, hasta la secesión-dedicatoria), y muy cerquita de la fuente de la Sierpe, ya citada en este bló. El monolito de Granito Abulense™ se nota que está recién tallado; se completa la dedicatoria con una inscripción y un pequeño relieve metálico.
Bueno, y ahora comencemos una crítica constructiva. Para empezar, es triste que el monumento propiamente dicho no se ubique en el centro geométrico de la rotonda, como sería de esperar, porque ahí había previamente una farola; esto resta empaque al pretendido homenaje. Se nota mucho que es un post-homenaje. Además, colocar en una rotonda un monumento que sólo es legible/visible desde una sola dirección me parece un contrasentido. Las rotondas están hechas para ser admiradas durante todo el proceso de giro rotondil en sentido levo. Además, esto de dedicar los redondeles de las rotondas, sin que afecte siquiera al callejero, lo veo más pillao por los pelos que aquella costumbre decimonónica de poner una placa de esas de «En la casa que había justo aquí antes de tirarla para construir pisos, nació el famoso Fulanito».
Sin embargo, siendo un chisme barato, está algo más currado que otras rotondas post-burbujiles; se ve que la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli (sic) anda mejor de pasta que la de los mozos de Nuestra Señora de las Vacas o el Patronato de la Vera Cruz. Ya el nombre de la cofradía, que no puede ser más largo y rimbombante, hace referencia a todo un señor duque, el de Medinaceli. Sí, no alude -directamente- a la bella localidad soriana de falsa etimología*; al parecer era el dueño de los terrenos de la primitiva sede de esta devoción con «patrocinador oficial». No sé si también tendrá que ver que el símbolo de la esclavitud** de Cristo (una S atravesada por un clavo, que es un poco como los jeroglíficos del abecé: S+clavus = Sclavus) se parezca sospechosamente al del dólar.
Continuamos para bingo. Lo que se ve al fondo es la iglesia de San Antonio***, que además es convento de padres franciscanos. A mí eso también me parece otro lío, deberían ser Padres Antonianos, o dedicar el tempo a San Francisco de Asís, y no a San Antonio de Padua… que no era de Padua, era portugués, aunque fueran colegas. It’s very difficult todo esto. Al parecer, esta iglesia es también la sede de la imagen venerada por la archicofradía, y por eso se eligió esta rotonda.
Como autocrítica a mí mismo, el jardincillo que rodea suele estar más florido y hermoso, pero hice la foto en enero, por lo que no queda tan bonita como pueda estar en temporada de flores. En cualquier caso, la cubierta vegetal ayuda a que la chapuza de la dedicatoria «by the farola» no quede muy cutre; de no ser así, el monolito quedaría, como decía mi tía, como un perantón.
(*) De toa la vida te decían los sorianos que Medinaceli venía de «Medina Coeli» (ciudad -en árabe- del cielo -en latín-, por estar en un alto) pero cuadra más que su origen sea «Medina Selim», la ciudad de Selim. Otro lío a añadir al desaguisado éste. Como lo de pronunciar «coeli» como «cheli», el que sacaba el whisky en aquella canción de los 70, digo de los 75.
(**) Por cierto, lo de que a judíos, moros y cristianos, durante siglos y siglos, nos haya parecido bien la esclavitud (o al menos, no haya sido incompatible con el resto de preceptos, mandamientos, pilares y demás instrucciones prolijamente detalladas en los libros sagrados) da un poco que pensar.
(***) San Antonio fue famoso por predicar contra la avaricia y la usura; el hecho de que un rayo incendiase la cúpula de esta iglesia en 1990 igual nos quiere decir que San Antonio no está muy contento con algo. Por lo menos, con la ausencia de pararrayos en la antigua cúpula****.
(****) Ahora sí que tiene pararrayos. Mi cuñao el arquitecto siempre me dice que un pararrayos en una iglesia demuestra falta de fe, pero viene bien.
La Rotonda de las Vacas Avileñas está ubicada en la Glorieta de Nuestra Señora de las Vacas, que es la del arco del puente, que es la puerta de la muralla que mira hacia el río Adaja, y hacia el lejano oeste, si uno tira para más allá. Un chirimbolo de piedra (probablemente reciclado de algún otro ex-monumento, como el del Padre Liquete) y un par de chapas sobre el chirimbolo (sospechosamente parecidas a las del susodicho padre) forman este sencillo homenaje. Bueno, sencillo es pasarse.
Está claro que los arqueólogos que excaven nuestra ciudad en el futuro podrán identificar claramente el estrato correspondiente al periodo posterior a la crisis del ladrillo (el postladrillense, o postburbujeño para otros autores) gracias a la presencia de este tipo de monumentos, que muestran a las claras la escasez de fondos del consistorio. En concreto, esta dedicatoria pudo sufragarse gracias al sobrante de la partida presupuestaria para la chocolatada del día de los mayores*.
Para los forasteros que no conozcan la historia de nuestra ciudad, hemos de explicar que allá por la época postmedieval se construyó en el exterior del perímetro amurallado una ermita consagrada a la Virgen de las Vacas**, patrona de los chuletones y también del barrio que entonces, siendo un arrabal de la ciudad, estaba poblado por gente humilde y trabajadora. Pronto, los mozos de este barrio demostraron una gran devoción hacia la juerga (jarana, dicen ellos), y a montar fiestas que rivalizaran con las «oficiales» de la ciudad, con notable éxito (el listón tampoco estaba muy alto, seamos sinceros).
El ayuntamiento, a petición popular, decidió dedicarles una rotonda, y he aquí en lo que quedó la promesa. Bueno, al menos la promesa se cumplió, no como otras cosas. La rotonda no está en el barrio de las Vacas, pero como ellos se van de juerga por toda la ciudad, portando la imagen de su patrona, pues parece que el sitio les vale. Nótese que leer el cartel es complicado; para hacer la foto me tuve que colar, con riesgo de mi integridad, dentro de la propia rotonda, en una fresca mañana de invierno.
(*) Es un acto prepostelectoral en el que se reparte chocolate con churros gratis al sector mayoritario de la población abulense (los nacidos entre el achelense y el auriñaciense), provocando la afluencia masiva de abueletes que no se pierden una de éstas aunque el médico les haya prohibido el azúcar, sus derivados y demás excesos.
(**) Al parecer, la aparición mariana se produjo en una vaquería; al no existir en el siglo XIII la denominación de la Raza Avileña Negra Ibérica, no se ha podido constatar la vinculación con la misma; pero no cabe duda de que las posibilidades de que las vacas pertenecieran a esta variedad es bastante más alta de la que se otorga a la presencia del obispo San Segundo en nuestra urbe, y -ni que decir tiene- a la de los restos del apóstol Santiago en Compostela.