Una radial dentada, apta para cortar madera, metal, granito y partículas entrelazadas cuánticamente

El Monumento a la Sierra Circular rinde un homenaje a esta herramienta tan útil y polisimétrica. Se ubica en la rotonda final de la Ctra de Madrid/Avda de John Charles The 1st, que está a la altura del centro comercial El Bulevar, y también marca el lugar donde comienza la línea circular* de autobuses. El autor, por una vez, se ha limitado a fabricar, en tamaño XXXXL, la pieza que, sin duda, marca el punto a partir del cual se te otorga el título oficioso de Cuñao del Bricolaje.

Esto es así, y os debo una explicación: el común de la población tiene -tenemos- una caja de herramientas que contiene 6 u 8 chismes para realizar reparaciones básicas, que suele incluir la llave allen que viene con los muebles de Ikea, que guardaste por si te vale pa otra cosa.

Luego están los del «quiero y no puedo», que tienen algún parato más: una bládequer, un juego de llaves de tubo, o el de destornilladores con 84 puntas intercambiables que compraron para intentar arreglar un juguete con tornillos raros que no pasó de la tarde del 7 de enero. Ponéis interés y sabéis cambiar un grifo o un enchufe, eso os lo reconocemos.

Y finalmente, los Manitas, esos cuñaos que usan las herramientas no como un medio, sino como un fin en sí mismo; esto es, primero compran la cacharrería y luego ya decidirán qué hacer con ella**: se empieza con una mesa auxiliar hecha de tablas de palés, se continúa con una caseta para los niños en lo alto del árbol del jardín, y al final te montan la Sagrada Familia de Barcelona hecha con bolitas de pellets. Porque os sale más barato que comprándolo, claro. Da igual que luego no se use, lo que os mola es bricolajear.

Y -aquí quería yo llegar- el punto de inflexión es, sin duda, cuando el susodicho se compra una sierra circular, herramienta que -seamos honestos- no tiene utilidad reparatoria conocida, porque -como ellos dicen- Construir es Nuestra Pulsión*** (CNP, véanlo en la peana del monumento). La sierra circular -con es la herramienta a partir de la cual se desencadena este fenómeno, y precede al establecimiento de una «zona de taller» en el sótano/garaje/bodega de la vivienda, que en nada tiene que envidiar al estudio de Bricomanía.

Para toda esta gente que no superó que el Exin Castillos Tente Lego**** sólo te permitía hacer el modelo básico y cuatro chorradas más, y se quedaron con las ganas de haber construido una Estrella de la Muerte atacando al Alcázar de Toledo con Rayos Fotónicos, vaya este sencillo homenaje.

Enlace al mapa del Ávila Road Museum

.(*) En Ávila, el trazado de la línea circular tiene forma de chuletilla de cordero, no de círculo. Somos una ciudad gastronómica.

(**) También se les conoce porque los Reyes Magos les suelen traer un nuevo artilugio: la amoladora de rincones, la trocoladora, etc.

(***) No, no es pasión, lo que tienen es pulsión. Hablemos con propiedá.

(****) Por si lee esto algún milenial, que lo entienda.

¿Perraco Vetón o Verraco Petón?

Perraco Vetón* es una escultura de fierro morroñoso ¡yuhu! que se ubica en una rotonda de la Avda de Juan Carlos (el primero de su nombre, etc…) a la altura de Ciudad de Cáceres (quicir, a la altura de la calle Ciudad de Cáceres -perpendicular a la citada avenida-, no es que esté en Extremadura) .

La escultura habla por sí sola, es una pena que haya que arrimar el oído para escuchar lo que dice, entre tanto tráfico. Representa, como fácilmente habrán adivinado, una figura perriforme, tipo caniche con pompones, esquematizada en lo vertical e idealizada en lo trascendental. O a lo mejor, no. Igual es la H de Hávila. Joer, si también la** llaman Ábula y Óbila. O las dos cosas, un chucho/hache.

Jamás de los jamases, con unas simples líneas y morroños, un artista consigue transmitir lo que transmite esta figura. Es como el código Morse de las artes, como el libro de claves del fierro morroñoso, como el asistente virtual de tu banco que siempre finge querer ayudarte en cuanto entras a mirar si tienes saldo, en la app. Dice sin decir. Ladra sin ladrar.

La perspectiva, con la ciudad al fondo, ayuda a elevar a los cielos la figura, como si Chucho-H fuese a saltar a por un frisbee imaginario lanzado desde las lejanas montañas. Cuando los viajeros llegan hasta nuestra ciudad por el lado oeste, al atardecer, el chirimbolo destaca contra el sol poniente, creando un contraste absolutamente paseriforme, anfibológico e incluso diplostémono. Y se nota, vaya si se nota.

Vista crepuscular de Chucho-H desde el mismo sitio. Como verán la escultura gana mucho a esta hora.

En la entrada de nuestra ciudad, el elemento escultórico puede servir como prólogo o como prefacio de nuestra visita, depende de si lo miramos desde el punto de vista del conductor o del acompañante. La cosa es no esnafrarse con la rotonda, eso sí, cuando te quedas embobado mirando la figura, enmarcada en algo tan bello que un germanoparlante lo podría llamar Landschaftsvertikalperspektive mit Kartoffeln (mit Erdapfeln si es de Austria**). Y se quedaría tan oreao.

Enlace al Mapa-A.R.M.

(*) Pensaréis que me invento lo que digo, pero la escultura se llama Vettonia y recibió el premio Ciudad de Ávila.

(**) Siendo abulense, debería decir «le llaman»

(***) ¿Hitler decía Erdapfel o Kartoffel? Dejando a Godwin aparte, yo quiero fumar lo mismo que el autor.

La herramienta más buscada

El Monumento a la Llave 13-14 -sí, existe- es una reciente incorporación al Ávila Road Museum. Se ubica en uno de nuestros principales yacimientos rotondíferos, la Avda Juan Carlos I (también carretera de Madrid, de Villacastín, etc, etc, que ya ha salido muchas veces en este nuestro bló) a la altura de la confluencia con las calles Santiago de Calcuta y Teresa de Compostela. O quizá sea al revés. Santiago de Teresa y Compostela de Calcuta.

Buscar la llave 13-14 es una misión imposible, como cazar gamusinos, que se encomienda a un pardillo con el fin de mofarse de él*. Sin embargo, la herramienta existe, y aquí la vemos representada como un giratuercas para trócolas cuadradas, incrustada en una peana de granito. Así, aquel que logre sacar la llave de su pétreo emplazamiento será coronado rey del bricolaje y las chapuzas caseras.

Como no podía ser de otra manera, el monumento ha sido patrocinado por una conocida empresa de venta de chismes y herramientas al por menor. Mu cucos ellos, presionaron para que el monumento a la 13-14 se colocase en las proximidades, como quien no quiere la cosa.

Enlace al mapa.

(*) Sobre el verbo «mofar», en desuso, recuerdo que un compañero de curro tuvo un hermoso lapsus linguae y le dijo a otro «siempre te mofetas de tu suegro», and I think it’s beautiful.

peligro de incendio

La Glorieta del Brasero de la Dehesa es el nombre dado a esta rotonda (pero no a la plaza en la que se ubica, que sigue siendo la Plaza de San Nicolás) desde el 2013. Aquel año se procedió a inaugurar, con presencia de las autoridades, el monolito que lo indica. No se incluyó estatua de fierro morroñoso ni nada, eran tiempos de crisis. Sólo la placa en medio de una rotonda algo insulsa salvo en primavera florida.

Véase detalle

Salvo los seguidores del bló que estén graduados cum laude en historia abulense, pocos sabrán a qué se refiere este fogoso título. Nos remite a tiempos recién postmedievalizados (si tomamos el 1453 como final de la Edad Media, ni 40 años habían pasado). Estamos en 1491, y las mentes bienpensantes de la época lanzan una nueva andanada contra los judíos hispanos. En concreto, a unos detenidos se les acusó de haber crucificado a un niño en el pueblo de La Guardia (Toledo).

El hecho de que en el pueblo no hubiese desaparecido ningún niño no fue problema para que fueran condenados a morir en la hoguera (de ahí lo de las brasas), pues habían confesado todos esos hechos (y si les hubieran preguntado, habrían asumido la voladura del Maine y las debacles del Atleti en la Champions). El asunto trajo cola, y fue uno de los elementos que contribuyó al decreto de expulsión de los judíos de 1492. Recordemos que Torquemada era el Resident D.J. del convento de Santo Tomás, que ya hemos citado en algún otro post.

Y como a los abulenses nos gusta celebrar eventos históricos, aunque fuese un hecho tan triste, se puso la placa; sin dar ninguna otra explicación ni contexto, y todos tan contentos; al menos se podía haber citado cómo protoejemplo de fake news con resultado de muerte. Dejadme que yo prefiera la hoguera.

Enlace al mapa

post-arte

El engendro denominado «Verraco en Berrocal*» está en una rotonda de la Ctra de Burgohondo, calle que comienza rodeando la muralla por el lado sur y después coge la linde hasta llegar a la susodicha localidad y más allá. Se compone de una figura zoomorfa perpetrada a imitación de los verracos celtas (vean nuestro post anterior, del Ávila Street Museum), colocada en una peana del mismo material y rodeada de rocas recién exprimidas. El monumento no es nada postmedieval, como se puede ver. O mucho, según se mire.

Amo a ello. Por algún motivo**, nos olvidamos de santateresas y alguien pensó en crear un monumento que hojomenease a nuestro pedrusco artístico favorito, el verraco. Pero la combinación de esa escultura de piedra pulida surgiendo con una peana regular de entre los pedruscos irregulares…sobre un suelo de adoquín de barro cocido, es más que desacertada. Siendo misericordiosos, podemos decir que es una rotonda que, con elementos tradicionales (esto es, sin ser una modernez de fierro morroñoso), consigue provocar desconcierto y desasosiego al contemplador. Si somos justos, es horrorosa. Usando elementos que en otras rotondas hemos alabado por su acierto, pero juntos, y de esta manera, en nuestra escala de valoración Halon-Musk, quedaría un par de lugares por debajo del nivel de «improvisación cutre» y sólo uno por encima del «sujétame el cubata».

Piensen cuando, dentro de 4000 años, alguien contemple esta rotonda (o lo que quede de ella), qué pensará de nosotros. Nada bueno, y con razón.

(*) Para los foráneos, un berrocal es un lugar campestre con mucho pedrusco asomando del suelo. Más de la mitad de la provincia de Ávila está petada de estos afloramientos cantosos; y forma parte de muchos topónimos y algunos antónimos, como La Alamedilla del Berrocal, Santa María del Berrocal, y otros. Hay pequeños berrocales incluso dentro de la ciudad.

(**) Parece ser que el motivo fue que en unas excavaciones cerca del río apareció un verraco, bastante deteriorado; y se decidió hacer una copia (el original -lo que queda de él- está en el Museo de Ávila).

De mis paseos vespertinos, directo al Ávila Road Museum, viene hoy una construcción rotondera. Se ubica en la Avda de Juan Carlos I, que también es la N-501 Madrid-Salamanca, pero que originalmente fue la Carretera de Villacastín a Vigo y que también coincide ¡ole! con la N-110 Soria-Plasencia. O lo era, porque ahora que hay circunvalación ya no sé cómo va eso. Está a la altura de las entradas a las gasolineras que hay por allí cerca, y al tanatorio. Soporta bastante tráfico, por eso me dio miedo a meterme dentro a hacer la afoto.

Estas construcciones tenían una doble función. La pública: servían para el control del abastecimiento de agua a esta nuestra ciudad; se conservan otros casutes parecidos en las proximidades. Pensaréis que con una tapa de registro habría bastado, y es cierto… Es porque tenían otro cometido, éste menos público; o más, según se mire. El habitáculo era, realmente, un lugar donde irse a solazar en privado; un picadero, vamos; el equivalente a un motel in illo tempore. Como veis, estaba todo inventao.

En este caso, a diferencia de la Rotonda Inversa (o de la Ermita de la Virgen de las Aguas), el casute NO estaba ahí cuando se hizo la rotonda (habría sido problemático, ya que la antigua carretera de Madrid no tenía rotonda y se habría esnafrao tol mundo). Se encontraba en medio del campo por allí cerca.

Como detalle a destacar, cuando se trasladó, piedra por piedra, a la rotonda donde se ubica, se incluyó una roca asomada (hela en primer plano) para reforzar la sensación de que se hubiera respetado el entornillo de la caseta al construir la rotonda. Eso sí que es harte y no la chorrá esa de los jardines con pedruscos japoneses, a ver si aprendéis. Una joia piedra, es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien, casi en plan poético, diría yo.

Jran y ejemplar rotonda.

Fuente-Lineout

Vamos con otra rotonda con fuente. El Monumento al Saque de Touch corresponde a nuestro grupo de esculturas rotondiles no morroñosas, y se ubica en la glorieta Donantes de Sangre, en la confluencia de la Avda de Juan Pablo II con la Ctra de Burgohondo, que por esas cosas de la superposición cuántica de nombres de calles, un ramal de la Juan Pablo II y otro de la Ctra de Burgohondo se consideran también parte de la N-403 (antes, Toledo-Valladolid, ahora, Toledo-Adanero).

En la imagen se representa ese lance tan peculiar del rugby, el saque de touch, en el que los jugadores forman dos líneas perpendiculares a la de banda, y el que saca lanza el balón parriba y pallá, siendo legal -véase la escultura- que algún jugador se ayude de sus amiguetes para conseguir más altura, en una muestra más de que las reglas del rugby se las inventaron estudiantes ingleses borrachos que no respetaban las del fúmbol. Siempre se dijo que el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos, mientras que el rugby es un villanos jugado por cabestros*.

La fontana fue erigida para animar al Rugby Ávila Club, que, a pesar del interés de sus miembros, suele estar falto de vocaciones para configurar un equipo de peso (ya se sabe que los abulenses somos, por lo general, enjutos y canijos, algo que siempre ha lastrado nuestras posibilidades deportivas excepto para el ciclismo, el alpinismo y el curling).

(*) Por otra parte, y siendo justos, mientras que en el rugby, al terminar el partido, las aficiones de los dos equipos confraternizan en el «tercer tiempo» (es rara la excepción); en el fútbol, los antidisturbios (a caballo y con tanquetas) tienen que mantener separadas a las aficiones para que no se maten entre ellos.

¡Qué chorrazos!

Llegamos hoy a una rotonda que no podía faltar, la megarrotonda con la fuente más enorme y profunda de las que chorrean por nuestra ciudad. Se ubica en la Plaza del Descubrimiento, y es también conocida por ser aquella en la que se celebraban los triunfos de los equipos abulenses en las competiciones deportivas. Por ello se diseñó más como una piscina que como una fuente ornamental, su volumen embalsado daría para varios concursos hípicos*. Lo malo -precisamente por esas dimensiones- es que en tiempos de escasez hídrica se ha de vaciar, o de lo contrario la fuente contendría más agua que el resto de los reservorios de Ávila juntos.

El funcionamiento, pues, es el siguiente:

  • Si hay abundancia de agua y el tiempo no lo impide: hermosos y cambiantes chorros de agua surcan los aires, ora uno gordo en el centro, ora una corona de chorrillos alrededor.
  • Con agua pero tiempo problemático (viento, hielo, etc): se prescinde momentáneamente** de los chorros, y la fuente queda configurada como abrevadero de patos en su viaje desde las estepas del norte de Europa hacia Doñana.
  • Con dudas sobre las reservas acuáticas: se cancelan los chorros y el rellenado/filtrado de la fuente, con lo que sus aguas van bajando de nivel y adoptando un tono verdoso, a la vez que se van acumulando ex-patos y residuos arrastrados por el viento.
  • Sequía pertinaz: la rotonda se vacía y se convierte en un recinto circular, apto para celebrar corridas de toros o una nueva edición de Los juegos del hambre.

Sobre la otra actividad asociada a la rotonda, la de celebrar los triunfos de los clubes de la localidad, tiene la ventaja de que el aforo completo de aficionados cabe dentro de la fuente y de que, aunque el evento se produzca en pleno verano, la temperatura del agua desaconseja permanecer en la misma más de unos pocos segundos, con lo que en media hora todos están en su casa con catarro y las fuerzas de orden público les comentan eso de «mira que os lo habíamos avisao». Afortunadamente, la periodicidad de celebraciones es superior al ciclo largo del calendario maya, estando prevista la siguiente (victoria del Club de Arqueros en el XVI Memorial Mariano Légolas) para el 13 Baktún 57 Takatún, según los arúspices.

(*) Es un chiste de abulenses.

(**) Alguna vez no se ha hecho a tiempo, y les puedo garantizar que la combinación de viento y temperaturas bajas convierte la Plaza del Descubrimiento en Disney On Ice. Sucedía también en la Bragueta de Villatoro cuando era una fuente.

La Torre Morroñosauron

En el Ávila Road Museum tenemos el jhonor de presentarles una de nuestras maravillas escultórico-morroñosas, la dedicada a la torre-fortaleza Barad-Dur, conocida también como La Torre Oscura, Lugburz o Los Ojos de Sauron* (para nosotros, Torre Morroñosauron). Construída -obvio- en fierro morroñoso, se ubica en la rotonda de la plaza de toros, el punto donde se bifurcan la carretera de Toledo (N-403) y la de Burgohondo (AV-900).

Si en Madrid tienen una estatua dedicada al ángel caído, en Ávila, mucho más literarios, se la dedicamos al malvado** Señor Oscuro, cuyo ojo nos vigila desde su atalaya (intimida, intimida, mirad si no la foto panorámica del gúguelmaps). En la concepción inicial del monumento, ahí en lo alto, una poderosa llama, ardiendo perpetuamente, lo haría aún más visible y terrorífico; pero al precio que va el gas se desestimó la idea. Hay que decir que nos ha salido más barato que el obelisco de la Plaza de Castilla en Madrid (que llegó a dar vueltas durante un par de días antes de que alguien -sensatamente- lo parase).

(*) Sauron tenía dos ojos, la imagen mental que tenéis los que habéis visto la pelicula es de un gran ojo, pero por lógica, en la torre pondría los dos. No es lo mismo para mirar por el palantir, que es algo así como su catalejo, y se arrima sólo con uno,

(**) Malvado, porque la historia la narran los vencedores, elfos de mierda, claro; en caso contrario ahora lo estaríamos llamando «Sauronísimo por la Gracia de Morgoth».

Pues ya estaría

Añadimos una entrada más al Ávila Road Museum, correspondiente a la Rotonda Bienintencionada, que se ubica en la Avda. de Juan Pablo II, en su confluencia con la Calle del Perpetuo Socorro y la entrada al centro de día de la Cruz Roja. Esta entrada me fue sugerida por el Camarada, porque mira que yo había pasado veces por ese sitio ese y ni me había fijao en el chirimbolo. Según está encuadrado en la foto parece algo curioso, pero si lo ven cuando pasan con el coche (afoto del gúguelmas), pues vds. dirán…

Ahí está

Véase. Seguro que el chirimbolo tuvo su inaguración, con presencia de autoridades y representantes sociales. Y, ojo, que en este bló agradecemos que no se haya colocao un adefesio en fierro morroñoso de 14 metros de altura y merecientosmil euros de coste, andevaparar; pero quizá habría que haber buscado la manera de visibilizar algo el chisme. Poco más hay que decir. Sobre todo, que la inclusión no se demuestra con chirimbolos, sino con acciones.