que vivan las caenas, que vivan

El Ávila Street Museum tiene de todo. El monumento que hoy les mostramos se titula «Vivan las caenas», y nos recuerda la famosa frase dedicada al rey Fernando VII, con motivo de su restauración como rey absoluto gracias a los Cien Mil Hijos de p[censored] de San Luis. El chirimbolo se ubica en el Paseo de San Roque, en su ajardinado sector occidental.

El monumento, además del señor encadenado, tiene debajo un bujero alusivo a que hubo que pasar por el aro y aceptar a Fernandito el Deseado como señor todopoderoso, volviendo al postmedievalismo. A los que tenemos cierta edad también nos recuerda esa regla no escrita de «pasar por debajo del futbolín» cuando te dejaban a cero en el marcador, se ve que el autor no ha dejado nada al azar. Y detrás tiene un muro de piedra, que serviría como tapia de prisión o muro de Berlín. Elvira es un crack, lo puedo decir ahora que mi hija ya terminó sus estudios en el insti y no se considera servil peloteo.

A pesar de estar encadenado, el metálico señor mantiene la digna pose de Torrijos ante el pelotón de fusilamiento, cuando su padre lo llevó a conocer el hie…coño, que me confundo de cuento.


Don Claudio

Ávila es tierra de cantos y de santos, dijo uno, y se quedó tan oreao. Pero en Ávila también tenemos inventores, entre ellos está Claudio, el inventor del albornoz; esa prenda que puede servir lo mismo como toalla que como bata pa cuando hace frío. Se ubica en la Plaza que la ciudad dedicó a este insigne personaje. Disculpen el encuadre de de la foto, pero así se puede admirar el templo que está detrás, que no es otro que la iglesia de Santa María la Antigua (que formó parte de un convento benedictino y ha sido muy reformada; de hecho, la puerta es de lo más antiguo que queda de Santa María la Antigua).

Claudio es, pues, el responsable de esa prenda anfibia que en los catálogos de moda siempre aparece con un o una modelo de buen ver, que lleva solamente esa pieza, y que muestra semiabierta de un modo insinuante y erótico. No es de extrañar que Claudio, como responsable de un ropaje tan sicalíptico y pecaminoso, fuese rechazado por el nacionalcatolicismo del anterior régimen, así que hubo que esperar al fin de ese periodo postmedieval para que se le pudiera erigir la escultura que se merecía.

El escultor muestra a Claudio en su senectud, mirando condescendiente al viandante a través de sus gafas de pasta. Claudio ya tenía en mente la idea de la batamanta (la evolución natural del albornoz), pero falleció antes de poder registrar la patente. Tras un largo exilio, regresó a Ávila en 1983. Craso error, no duró ni un año. Al no disponer de panteón de hombres ilustres, lo enterraron en el claustro de la catedral.

Se me olvidaba, el link al mapa, en Terra Mística.

Estimados todos: nos honramos en ofrecer a vuesas mercedes la herramienta definitiva para turistear por Ávila, lejos de las rutas tradicionales y masificadas. El Mapa de Terra Mística, en el que podrá disfrutar de todas nuestras atracciones, a pie o a caballo. A partir de ahora iremos incluyendo todas las hovras de harte en este mapa. Incluso pueden aplicar el algoritmo de Dijkstra para encontrar el camino idóneo entre todos los chirimbolos.

Arrinconao

El Rincón de Pensar es un homenaje estatuario con retranca, no me cabe ninguna duda. En la misma plaza de La Santa donde hace unos días les explicamos a ustedes el monumento a Santa Teresa y su Registro de Fitosanitarios, se ubica una figura arrinconada, junto a los arcos ciegos del convento de los Padres Carmelitas Descalzos. La figura parece mirar con envidia a la mucho más fotografiada estatua sedente de Teresa, junto a la que no es raro ver a niños sentados mientras sus padres tratan -infructuosamente- de que miren a la cámara y no cometan ningún vandalismo con la figura. Y entonces les amenazan: «como te portes mal, te castigo como a aquel señor», lo que suele causar efecto.

El busto que citamos es bastante postmedieval, desde luego; por suerte no está elaborado con fierro morroñoso, por la dificultad que entraña moldear ese producto infame. Desconocemos si representa a alguien real o imaginario, pero algo habrá hecho pa que lo castigasen así. Nuestra investigación ha sido infructuosa, pero tenemos claro que al menos intervienen 3 personas:

1) El encargador. Alguien, en un momento, decide que la persona homenajeada se merece una estatua. Estas cosas son caras, así que se ve que en su momento había interés, presupuesto y ganas de agradar a los votantes.

2) El escultor. Para nuestra teoría, es el menos importante. Nos basta saber que un bien día se presentó un transportista con el paquete en una mano* y la factura en la otra.

3) El colocador. En Ávila creo que no existe Concejalía de Colocaciones (aunque tengo conocidos que trabajan en el Ayuntamiento y que sólo han podido conseguir el puesto mediante ese sistema). El caso es que alguien abrió la caja y vio asomar el oscuro busto entre pelotillas de poliexpan. Y aquí mi teoría se divide en dos:

¿Antes tenía los brazos en cruz?

3.1) Al Colocador no le caía bien el personaje. O, súbitamente, no le parecería precisamente un santo. Y lo castigó al rincón de pensar.

3.2) Al Colocador no se le ocurría qué hacer con aquel personaje. Y se produjo un embarazoso momento de «No lo voy a tirar a la basura, que esto ha costao su dinero y seguro que alguien se ofende… Coño, yoquesé, ponedla donde se vea pero que no estorbe».

Por cualquiera de las dos vías se llega al mismo resultado. Y aquí estoy seguro de que en primer lugar se pensó en la Plaza de Santa Teresa, bajo el Torreón del Homenaje, en el rincón donde están Isabel, Teresa y el Pack Descuento; pero claro, esa zona está un poco saturada. Así que se eligió este otro rincón, en el que no me negarán que es la ubicación más cutre de todas las hasta ahora vistas en el Ávila Street Museum, aunque sin alcanzar el nivel de sordidez del Homenaje frente a la iglesia de Las Gordillas.

(*): Me refiero al paquete conteniendo la estatua, no a una pose como la de Javier Bardem en «Huevos de Oro».

León torpe

Ávila es una caja de sopresas. Y paseando por ella, el viandante (aparte de tropezar con una losa mal puesta) puede contemplar cosas insólitas. Más allá de la puerta Tannhäuser, digo de El Rastro, nos podemos encontrar con una estatua dedicada al león torpe. En todas partes se ponen efigies de leones: a las puertas del Congreso de los Diputados, tirando del carro de La Cibeles, rodeando la Catedral de Ávila… Son leones rampantes, hermosos; representan a los reyes de la selva, al monstruo de Nemea, a la esfinge, al Seat León Turbo Road Runner Special When Lit… Pero ninguno como éste.

El león que tenemos en la entrada al jardín de El Rastro es, claramente, un león torpe. Colocado al lado de una figura con forma de torre de ajedrez, este león es como yo cuando en gimnasia me mandaban trepar por la cuerda: se ha quedado abajo, tratando de no rozar el suelo (lo que supondría la descalificación) y buscando la manera de que la gravedad negativa (esa fuerza oscura que en algún lugar del Universo aún espera a ser descubierta) le impulse hacia arriba.

La pieza fue construida en época postmedieval, y por ello luce en granito brillante. Sin duda, el escultor ha querido reflejar la perdida nobleza de Ávila, que llegó a ser una de las ciudades más importantes de Castilla y sede de la corte en tiempos de los Reyes Católicos, y ahora es un mega-restaurante temático donde los madrileños vienen a jartarse de chuletón y a pasear en el Murallito.

Juan

Ni en agosto dejamos de darles la brasa con el Ávila Street Museum. Hoy traemos a primera plana una de las esculturas más bellas de Ávila (de las que están fuera de edificios, in de estrit, que tenemos un tostao y un segundo muy bonitos). Se trata de la figura denominada «Declaración complementaria fuera de plazo», y -lógicamente- se ubica frente a la Delegación de Hacienda, en la Plaza del Corral de las Campanas.

El autor ha sabido captar la expresión compungida que el contribuyente -llamémosle Juan- presenta ante el inspector de Hacienda que le acaba de pillar en un renuncio y le ha metido el correspondiente sartenazo. Sus ojos imploran perdón y la sanción mínima. Si alguna vez buscan esta delegación, pregunten por Juan, y sigan su mirada.

La historia de Juan data de tiempos postmedievales, as usual. Al parecer, el chaval vivía feliz fundando sociedades offshore sin licencia; pero, descubierto por Hacienda, fue encarcelado varias veces entre 1575 y 1577. Mientras estaba en prisión, escribía poesías que luego rapeaba en voz alta, para disgusto de los carceleros. Y como curiosidad, fue amigo de una tal Teresa (no digo más).

El fondo de la foto está raro pero son cosas de mi móvil, que no es pa tirar cohetes. Días antes de realizarla, alguien había añadido, para dar más realismo, un ramito de flores; que ya aparecen algo mustias.

Pino Puente

La escultura de hoy no necesita presentación, pero la vamos a hacer, porque en el Ávila Street Museum somos así de impertinentes. Esta figura tiene una razón de ser, quicir, las otras supongo que también, pero ésta está a la puerta de lo que antiguamente se llamaba Escuela de Artes y Oficios (y hoy supongo que tendrá un nombre mucho más rimbombante). Vamos, es donde hacen el bachillerato esos chavales que se pintan el pelo de colores y saben de lo que va la canción «Lucy in the sky with diamonds» (mi señora fue una de ellas, sé de lo que hablo).

Como no podía ser menos, pusieron una escultura a la puerta; de fierro morroñoso, lo bueno es que es de cuando el fierro morroñoso casi no se conocía por estos pagos, se puede decir que es el más postmedieval de nuestros morroños. Seguro que ahora que está de moda hasta para hacer fachadas de casas de señores ricos no se les habría ocurrido usar este material, los de Artes son así; ahora lo harían de adobe fabricado a la manera de Tombuctú.

Lo he llamado «Pino puente» por fastidiar, porque seguro que el artit-ta que la realizó pensó en otra cosa mucho más trascendental, como dos diapasones copulando; a mí me ha querido recordar algún episodio gimnástico de mi juventud. Ya sé que estrictamente hablando no parece estar haciendo el pino puente, pero los que hicieron gimansia con profesores reconvertidos desde la antigua asignatura de Formación del Espíritu Nacional seguro que recuerdan estas cosas.

Se ubica a la puerta del susodicho centro, en la Plaza de Granada, saliendo hacia la Avda de la Juventud.

I don’t like mondays

Interrumpimos la serie de santateresas para colgar hoy una novedad en el Ávila Street Museum: un concurso. Y no un concurso cualquiera. El titular de este bló, nuestro amado lidl, libre temporalmente de algunas de sus obligaciones, se ha mirao al espejo, un lunes por la mañana, y con un cacho del codiciado granito™ local, ha esculpido una figura en la que se autorrepresenta, resacoso y desmadejao, a punto comenzar sus obligaciones laborales. El relieve, lógicamente, se denomina Autorretrato.

Ojo, que la figura le ha quedao niquelá; el parecido es espectacular. Se le fue un poco el cincel cuando estaba con las manos, y ya no había manera de rectificar. Pero bueno, así parece postmedieval o más antigua, si cabe. Y aquí viene lo divertido; que el Camarada se lo ha currao pero bien: esta pieza, de enorme valor sintáctico, la hemos colocado escondida pero a la vista de todo el mundo, como la carta robada de Edgar Allan Poe.

¿Andandará? ¿Serán capaces vuesas mercedes de encontrarla antes de que los operarios municipales la descubran y la tiren a la basura, o peor aún, la coloquen en una rotonda?

Como pistas:

  • Un haiku:

Son tus amigos

estudiantes ávidos

de nicotina

  • Y una referencia cinéfila: Protagonista de El nombre de la rosa.
Cuaderno de campo

La ex-cultura de hoy, denominada «Registro de fitosanitarios» o «Cuaderno de campo» muestra (una vez más, paciencia) a Teresa de Jesús en una de sus facetas más desconocidas. Viajemos a la época postmedieval (hagan «fiuuuuu»), a un pueblecito llamado Gotarrendura, a cuatro leguas al norte de Ávila…

La familia de Santa Teresa tenía una casa solariega en esta localidad, y la pequeña Tere pasaba allí largas temporadas(1). Los Cepeda tenían -entre otras propiedades agrícolas- un palomar; citado por ella en sus escritos con nostalgia. Y por aquí llegamos a la estatua de hoy. Como todo agricultor de la Unión Europea, Teresa debía rellenar el documento conocido como Registro de Fitosanitarios, también llamado «Cuaderno de Campo Agrícola»; en este documento se registraban todos los potingues, emplastes y ungüentos destinados al saneamiento de plantaciones y cabañas ganaderas. El documento debía estar disponible ante una inspección inesperada de la Inquisición…

Si conoces la referencia, también eres postmedieval.

Teresa, muy concienzuda y adelantada a su tiempo, ya anotaba (véanla con pluma en mano, qué abnegación) en una libreta todos aquellos mejunjes y purgaciones que proporcionaba a las palomas, animal promiscuo y propenso a contraer parásitos. Estas dotes organizativas le servirían para la gran empresa fundacional que acometería en su madurez.

El monumento se ubica en la Plaza de la Santa (no confundir con la Plaza de Santa Teresa, en Ávila somos la leche de originales en esto de los monumentos y las calles). Esta plaza es en la que está la Iglesia de Santa Teresa, y su Casa-Museo, edificado sobre una de las casas en las que nació (la otra está en Gotarrendura, of course).

Bola extra: al fondo de la imagen pueden contemplar -intencionalmente borroso- un pedestal con un pequeño busto oscuro, en el rincón de la plaza; que trataremos en una próxima entrada.

Bola extra 2: ¿Os pensábais que lo del Contador de Teresas era coña?

1: De hecho, es posible que Teresa naciera en Gotarrendura. Si visitan el pueblo acepten esta versión o pueden ir de un vuelo al pilón. Según los estudiosos, es menos probable que la otra versión (Ávila), pero el caso es que no existe anotación de su bautismo en ninguno de los dos registros. ¿Nacería realmente en Cataluña?

Caminante no hay camino…

Qué curioso, hoy toca otra estatua de Santa Teresa. En Ávila somos así de originales, ya saben ustedes, si han leído entradas como el Contador de Teresas. Esta se ubica frente a la entrada del Convento de La Encarnación, en el que la Tere vivió durante sus primeros años como monja. La foto la ha hecho mi señora, por cierto, que suele pasear por aquella zona. Un día nublao, que al ser una figura de piedra oscura tiene su mérito que salga mona.

La escultura tiene su historia. En aquel tiempo postmedieval, los conventos, además lugares de castidad, pobreza y oración, también lo eran de retiro para mujeres nobles que enviudaban. En los conventos encontraban un lugar tranquilo donde terminar sus días; y a cambio de una generosa dote, tenían ciertos privilegios (criadas, visitas, wifi en las habitaciones, y otros lujos). Y todo ello sin tener que aguantar a ningún señorito pesao. Un win-win.

Esto afectó a la conciencia de Teresa, que decidió poner tierra de por medio: se salió del convento y fundó su propia órden, más austera; que comenzó en el convento de San José y la llevó a recorrer toda la geografía española abriendo sucursales. La escultura la representa así, «la santa andariega», armada con una buena garrota por si acaso, que ya en aquel tiempo había mucho gilipollas.

La empresa era peligrosa, no sólo porque que una mujer se dedicase a organizar algo era raro; sino porque sus ideas de renuncia y austeridad podían asimilarse a las de la reforma protestante; por ello fue investigada por la Inquisición, siempre con el mechero a mano. Incluso después de muerta, su figura ha dado lugar a divertidas discusiones sobre lo que una mujer puede ser o no ser.