El béisbol o baseball, un deporte born in the USA, es una especie de juego infantil (estilo el bote bolero o el aturgao), en el que el equipo que defiende lanza una pelota (a mala leche ma non troppo), mientras que el atizador que ataca tiene que golpearla con un palo, y -si atina- salir corriendo por un circuito cuadrado donde hay varias «casas» (creo que los chavales de ahora dicen «uve») que sirven de refugio para que no te pillen los del equipo contrario que han de recoger la pelota impactada.
El béisbol es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Cuando lo ves en las películas parece un desenfreno, pero en realidad, los jugadores están casi todo el rato parados (en el sentido español del término) esperando que les toque hacer algo. De vez en cuando vas a lo de atizar con el bate a la pelota; y esto -aparte de ser malísmio pa la espalda- no es fácil, si lo quieres atizar con la contundencia requerida. Luego te toca correr un poquín, y hale, parado otra vez. Se acaba tu entrada y al rincón de pensar.
Es un poco lo del golf, el poquísimo ejercicio que haces es insano. Aparte de que, como cabe esperar en un deporte con palos y pelotas, te puedes llevar más de un golpe. Y luego están los traumas infantiles, de todos esos niños que jugaban el partido en el cole y el padre no pudo ir a ver cómo bateaba porque ese día tenía que salvar América de los extraterrestres comunistas mutantes, y al niño le hacía tanta ilusión que se le aparece Santa Claus y le convence de que lo importante es ser tú mismo.
Este juego procede de otro parecido, de origen británico, el críquet (aún más parecido al bote bolero) que nunca he practicado y que afortunadamente es casi desconocido en España. Y es casi desconocido a pesar de tener muchos más seguidores e el mundo que el béisbol… porque es una especie de deporte nacional en sitios como India y Pakistán. ¿Por qué a todos nos suena el béisbol? Porque en los USA es uno de los deportes más importantes, y como vimos en el párrafo anterior, nos lo meten hasta en la sopa en las películas. Así, los niños de hoy saben los que es un jonrán pero no quiénes fueron Blas de Lezo o Marcial Dorado. Como diría Unamuno, que jueguen ellos.
Y lo peor de todo, enigüei, es que uno de sus elementos, el bate de béisbol, se ha convertido en el arma del macarra por antonomasia, para hacerse el machote y agredir a los que piensan o sienten diferente, junto con eso que llaman «puño americano». Inmortalizado en películas como «La naranja mecánica», es el preferido por los amantes de la ultraviolencia ultra.
Como muestra de lo malo que es, una breve anécdota (mode Abuelo Cebolleta ON). En un partido informal de beisbol (jugado con los de mi clase en el parque/bosque de El Soto* con una pelota de tenis y una rama de fresno), me tocaba batear. A pesar de mi inutilidad, antes del 3º strike conseguí atizar a la pelota, por lo que solté el improvisado bate y salí corriendo hacia la primera base. Como no veía que cogieran la pelota, continué a la 2ª, y al pasarla y volver a girar ya más de cara hacia el punto de bateo vi que el partido estaba interrumpido y se estaba atendiendo a un jugador tendido en el suelo. Era uno de mi equipo que se había sentado -insensato- un par de metros detrás de mí, mientras yo fallaba los dos primeros lanzamientos, y al que había alcanzado en toa la cresta al lanzar el bate hacia atrás para salir corriendo, con el efecto acción-reacción que ello supone. No se presentaron cargos contra mí, puesto que se admitió mi alegación de que antes de atizarla había avisado que no se pusiera nadie detrás**. Lo siento mucho, Rafa, no volverá a ocurrir.
Por todo esto y más, aquí queda nuestra desaconsejación.
(*) Sí, el día de fin de curso, con lo que ello conlleva.
(**) Por la cosa de la informalidad y la ausencia de elementos protectores, habíamos prescindido de la figura del catcher, ese señor agachao que se pone detrás del que lanza y le hace señas como en el mus.