La Glorieta del Brasero de la Dehesa es el nombre dado a esta rotonda (pero no a la plaza en la que se ubica, que sigue siendo la Plaza de San Nicolás) desde el 2013. Aquel año se procedió a inaugurar, con presencia de las autoridades, el monolito que lo indica. No se incluyó estatua de fierro morroñoso ni nada, eran tiempos de crisis. Sólo la placa en medio de una rotonda algo insulsa salvo en primavera florida.
Salvo los seguidores del bló que estén graduados cum laude en historia abulense, pocos sabrán a qué se refiere este fogoso título. Nos remite a tiempos recién postmedievalizados (si tomamos el 1453 como final de la Edad Media, ni 40 años habían pasado). Estamos en 1491, y las mentes bienpensantes de la época lanzan una nueva andanada contra los judíos hispanos. En concreto, a unos detenidos se les acusó de haber crucificado a un niño en el pueblo de La Guardia (Toledo).
El hecho de que en el pueblo no hubiese desaparecido ningún niño no fue problema para que fueran condenados a morir en la hoguera (de ahí lo de las brasas), pues habían confesado todos esos hechos (y si les hubieran preguntado, habrían asumido la voladura del Maine y las debacles del Atleti en la Champions). El asunto trajo cola, y fue uno de los elementos que contribuyó al decreto de expulsión de los judíos de 1492. Recordemos que Torquemada era el Resident D.J. del convento de Santo Tomás, que ya hemos citado en algún otro post.
Y como a los abulenses nos gusta celebrar eventos históricos, aunque fuese un hecho tan triste, se puso la placa; sin dar ninguna otra explicación ni contexto, y todos tan contentos; al menos se podía haber citado cómo protoejemplo de fake news con resultado de muerte. Dejadme que yo prefiera la hoguera.