Fumando espero…

El edificio de la TabaCalera fue construido en los años 70 en la -entonces- Avda del 18 de Julio, a las -entonces- afueras de la ciudad por una -entonces- entidad financiera. En su momento fue rompedor, el primer edificio de apartamentos de Ávila, nuestro “Dakota” o “998 Fifth”, con su reconocible estructura escalonada de terrazas y ventanales con vistas al Ambles Valley y a la Shoemaker Sierra.

No es que sea feo del todo, pero le pierden los detalles

Fue tan innovador que resultó un desastre. Nadie quería un apartamento de soltero por un coste no tan inferior al de un piso de 3 ó 4 habitaciones, el necesario para albergar la familia tradicional de aquellos tradicionales años. Así que la promotora se lo comió con patatas, recompró los escasos apartamentos con bicho, y transformó el edificio en un centro de trabajo, por el sencillo procedimiento de tirar los tabiques y poner allí a las mesas más viejas de las oficinas con el señor que hubiera sentao al lado.

En aquellas dependencias se realizaba eso que ahora llaman “backoffice” y anteriormente, “papeleo”. Allí iban destinando a los empleados que no tenían espelde* para el desempeño comercial cara al público. Esta selección de personal, lo monótono de las tareas y la falta de control propiciaron que aquello pareciese el bar de la Estación de Autobuses a las 4 de la mañana, con Chavela Vargas de camarera. El consumo de tabaco (y otras sustancias) para pasar el rato se incrementó**, y de ahí el sobrenombre de “La Tabacalera” con el que se conocía al edificio, con el tiempo apocopado en “La Calera”.

Cuando se prohibió fumar en los centros de trabajo, los empleados de La Tabacalera deambulábamos, digo deambulaban como zombis, sin saber qué hacer para matar el mono***; lo que provocó una serie de catastróficas desdichas que dinamitaron la estabilidad económica de la entidad. Ésta terminó (des)integrada en otra, y el edificio quedó abandonado. Lo notaron, sobre todo, los bares de alrededor****.

Como dato curioso para los amantes de la naturaleza, añadiremos que palomas, tórtolas e incluso cernícalos (falco tinnunculus) solían anidar en las jardineras del edificio. A través de los ventanales, los polluelos contemplaban extrañados a los empleados en su quehacer diario (leer el Marca y jugar al buscaminas). Los citados ventanales, por otra parte, eran de chichinabo, y en verano te asabas y en invierno te quedabas helao. Los cernícalos emigraban.

Nos indican por el pinganillo que el edificio ha sido adquirido por una entidad educativa, casualmente propietaria de otro de los E.S.A.s que próximamente aparecerá en nuestras pantallas, el antiguo Colegio de Huérfanos de la Web de Renfe.


(*) Espelde: aptitud y actitud para hacer bien las cosas.

(**) Y la ludopatía. El empleado tipo de la TabaCalera se gastaba medio sueldo en lotería y en comprar artilugios y productos gourmet a cualquier charlatán.

(***) True fact: En Informática se imprimían (poco a poco se fue sustituyendo por emails) un montón de listados «imprescindibles» para el buen funcionamiento de la entidad. Se fueron dejando de generar poco a poco y nunca nadie los echó en falta.

(****) El paso de cebra alomado que se encuentra maomeno a esa altura fue de los primeros construidos en Ávila; los empleados lo solicitaron ante el elevado número de atropellos que sufrían al cruzar los cuatro carriles de la avenida a los bares de enfrente y vuelta.

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