Continuando con los homenajes literarios, como el de ayer a Terry Pratchett
(en el Á.R.M.), presentamos hoy la ingeniosa placa “Todo se pasa, pasa de
todo”, dedicada al efecto placebo, ese proceder que tenemos algunos humanos de
asociar la mejoría de una dolencia a cualquier remedio que nos hayan
administrado, independientemente de la validez de éste. La versión infantil de
este lema sería “Cura, sana, culito de rana; si no sana hoy, sanará mañana”. Se
ubica, a modo de ventana ciega, en una pared de la Calle Duque de Alba, poco
antes de la confluencia con la Calle Candeleda.
La ortografía de la inscripción, como pueden ver, corresponde a la de una
doctora postmedieval, que en Ávila somos muy y mucho de parecer antiguos. El
libro de recetas sigue el modelo del SACYL de 1562. La frase, por tanto, podría
muy bien ser un mantra destinado a sanar al enfermo de todos sus males,
probablemente con la ayuda del reiki y del aguardiente de San Juan de la Nava*
o cualquier otro producto fitosanitario local.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de los remedios de la medicina
tradicional, hasta el siglo XVIII, procedían bien de la superstición, bien de
las disposiciones de la Tanned Balls University. Algunos de estos remedios
todavía subsisten, como la acupuntura, la homeopatía y los seguros médicos
baratos, a los que -todavía hoy- muchas personas siguen atribuyendo propiedades
curativas**.
En cualquier caso, el placebo, convenientemente administrado, es una
herramienta útil y -sobre todo- barata. Todavía recuerdo cómo mi padre, que con
la más leve enfermedad se veía al borde de la tumba, recuperaba milagrosamente
la plena salud a los 15 segundos de tomarse la primera dosis de antibiótico
(siempre barajamos la posibilidad de cambiárselo por otra cosa, pero conocía
bien el sabor de la amoxicilina, y todavía no habían inventado los gintónic sin
alcohol).
(*) Localidad abulense, antiguamente famosa por el destilado de aguardientes*** artesanales.
(**) El truco de esta nueva brujería está en emplear palabros cientéficos, como: “flujos de energía”, “resonancia mórfica” o “coberturas y exclusiones”.
(***) Como suele suceder con los aguardientes caseros, a lo de San Juan de la Nava, llamarlo aguardiente es quedarse corto.