Inauguramos hoy una nueva sección de Halón Disparado denominada «Deportes Desaconsejados». Para ello, y sin que sirva de precedente, pasemos a definir lo que entendemos por «deporte». Según el diccionario Güebstar, son deporte todas esas actividades asimilables a realizar un trabajo, de manera no remunerada*, sólo por el puro placer de humillar a un contrario y/o a nuestro propio cuerpo**. El deporte, por tanto, es una actividad del tipo «pintar la valla» de Tom Sawyer. Un autoengaño que nos infligimos con la excusa de cultivar cuerpo y espíritu, como si fueran un campo de patatas.

Dicho esto, cualquier lector (muy españó y mucho españó) de esta bitácora daría por hecho que, hablando de Deportes Desaconsejados, comenzFÚUUUMBOLaríamos por el fútbol, pero no, no vamos a comenzar por el dep¿FÚMBOL?orte rey. De hecho, como el ejperto en deportes que no soy, voy a empezar por el único en el que he estado federado y que, además, todo el mundo juega según las reglas que se fijaron ¡EN ESPPPAÑA! (sí, amijos***): el ajedrez. Y aquí os debo una explicación: si alguno de ustedes piensa que el ajedrez no es un deporte «porque no te cansas», os diré, desde la serenidad, que SÍ POR LOS COHONEH. Preguntad a alguien que juegue enzerio.

El ajedrez es un deporte que, desde esta bitácora, desaconsejamos. Es un juego frustrante. Cuando empiezas está bien, porque aprendes las reglas, juegas más o menos al tuntún, y si vas teniendo práctica, ganas algunas partidas a tus amigo. Ojo, si pasa mucho, dejan de jugar contigo. Pero luego, cuando te crees que sabes algo, llega un niño de 8 años o un abuelete medio ciego de 90 y te dan una paliza. Qué inyustisia.

Los riesgos son evidentes, y no sé por qué el ajedrez tiene tan buena prensa. El ajedrez es el juego de mesa pedante por antonomasia. Flota evanescente sobre los juegos de naipes, dados rúnicos o tableros coloridos; como si el resto de juegos de mesa fuesen cosa de frikis aburridos o abueletes tabernarios; y el ajedrez Es Para Gente Que Piensa, debería ser asignatura en el cole, te ayuda a ordenar la mente y el karma y la metempsicosis. Last but not least, no olvidéis a qué jugaremos nuestra última partida.

Si pasamos al nivel avanzado, qué vamos a decir, si los jrandes maestros están como una p##a regadera. Salvo alguna excepción, como el juerguista de Capablanca, viven para el ajedrez como monjes de clausura, y los que se salen de la secta terminan como Bobby Fischer. Estamos hablando de gente capaz de jugar contra varios rivales a la vez y a ciegas, gente que recuerda minoyes de posiciones (y de partidas enteras); menudo agobio de sinapsis y neutrotransmisores tiene que haber ahí dentro, como para que anide el alzheimer****.

Progresar en ajedrez implica estudiar mucho. Por ejemplo, es fundamental conocer las aperturas, esto es, los posibles primeros movimientos que se pueden hacer, en plan «si él empieza así, yo puedo responder así o asao». Cuantas más aperturas y en más profundidad conozcas, más ventaja tienes sobre el otro, porque jugando los primeros movimientos «de memoria», ganas tiempo y evitas «trampas»; jugadas aparentemente normales pero que si el otro sabe una respuesta concreta estás perdido, ya que en estos niveles, el más mínimo desliz suele ser decisivo.

De hecho es tan cruel, esto del ajedrez, que las partidas de nivel superior a principiante casi nunca terminan con el jaque mate; lo normal es que un jugador abandone cuando ve que va perdiendo; así de pringaos somos los practicantes de este deporte. Imaginad un partido de fútbol en el que un jugador sale corriendo con la pelota controlada y el equipo contrario, según lo ve, dice «bua, nos rendimos, que ya según vas, nos vas a meter muchos goles».

Además, el ajedrez moderno tiene otro problema. Ha pasado tiempo desde que Alfonso X decía que el ajedrez era juego más noble, porque no influye el azar (ni los penaltis no señalados). Pero desde que los ordenadores juegan mejor que nosotros, y -sobre todo- desde que hay maneras de enviar información vía pinganillo o satisfyer*****, las cosas han cambiado, y la sombra de la trampa planea sobre jugadores y torneos.

Por todo esto y más, aquí queda nuestra recomendación.

(*) El deporte profesional remunerado no es deporte. Es un trabajo, y de los de pasarse la Prevención de Riesgos Laborales por el forro.

(**) Cada vez hay más deportes de éstos de automachacarse el body, casi todos con nombres en la lengua de Mordor, que no pronunciaremos aquí.

(***) El ajedrez es un juego indio que nos llega vía invasión árabe. Al principio era un poco como el Risk (cada sitio tenía sus piezas y sus reglas) pero es la manera de jugar en la España del siglo XV la que se va a imponer para la posteridad. Que la pieza más poderosa sea la reina, y en el XV viviese Isabel la Católica, igual tiene algo que ver. Y el que está considerado como el primer gran maestro del mundo mundial, ya en el XVI, es el extremeño Ruy López.

(****) Al parecer, entre grandes maestros del ajedrez no hay casos de alzheimer.

(****) No es coña.

Espadaña de Los Jerónimos

Las espadañas, aparte de una especie de junco, son esos campanarios construidos solo con una pared, con vanos para poner las campanas. En Ávila nos quedan muchas; aunque algunas se mantienen en pie por los pelos. Como solución arquitectónica son bonitas, pero presentan el inconveniente de que no hay por dónde subir para subir a realizar la ITV de las campanas, salvo poniendo elementos externos, como andamios o escaleras de mano sobre (o alrededor de) el edificio -normalmente, una iglesia o un convento- al que campanean. Esto demuestra que los arquitectos ya eran dados al postureo en tiempos postmedievales. Y que a ellos no les tocaba subir a colocar las campanas.

Quizá por este error de diseño, creo que ninguna de las espadañas «grandes» de la ciudad mantiene sus campanas; queda alguna pequeñita, como la miniespadaña de la Ermita del Cristo de la Luz, a la que un tío un poco bigardo casi puede llegar y tocar la campana desde la acera; o las del Convento de San José, más escondidas pero visibles desde la calle. Sin embargo, la ausencia del ruidoso elemento ha tenido como consecuencia un efecto pajarero hermoso donde los haya: las espadañas se han reconvertido en soluciones habitacionales (que diría el meapilas de Le Corbusier) para el ave zancuda más urbanita: las cigüeñas.

Encabezando este pos pueden admirar la espadaña de (lo que queda del) Convento de los Jerónimos, una ruina que, aparte de servir como botellonódromo y pista de parkour, alberga una pequeña comunidad de cigüeña blanca, a partir de San Blas*. Bajo estas líneas, otra espadaña con sus nidos; las cigüeñas tuvieron a bien construirlos justo al lado de la Servicio Territorial de Mal Amb… digo de Medio Ambiente** de la Junta de Castilla y León en nuestra ciudad.

Espadaña del Convento de Santa Ana (actualmente, Delegación Territorial de la JCyL)

Las cigüeñas urbanas tienen el mismo problema que los humanos: la escasez de oferta de vivienda. Normalmente, las cigüeñas tratan de volver a los mismos nidos donde criaron los años anteriores; las que sobreviven a la migración, claro; las otras, no. Como quiera que gracias a aprovecharse de la actividad humana (de los vertederos, especialmente) ésta es una especie en recuperación, cada vez vuelven más cigüeñas, produciéndose afiladas disputas*** por la propiedad de los nidos.

Además, a veces es necesario, por la supervivencia de la estructura, aligerar o desalojar los nidos, ya que las cigüeñas todos los años hacen alguna reforma y van añadiendo materiales, según la moda de cada temporada, con lo que el peso de cada nido a veces llega a ser de cientos de kilos. La que quizá sea la espadaña más fotografiada de Ávila, la del Carmen, sobrevuela la muralla pero sin los nidos que anteriormente la cubrían, por lo que imagino que ha sido objeto de una de estas actuaciones.

Espadaña del Carmen

Los abulenses solemos pasear indiferentes, acostumbrados a la presencia de estas aves -salvo cuando te cagan encima-, pero muchos turistas se quedan sorprendidos al contemplar la vitalidad de la colonia cigüeñil de nuestra ciudad; sobre todo cuando pasan al lado de la Catedral, que tiene bastantes nidos, y las cigüeñas se dedican a montar un concurso de crotoreo**** mucho más disputado que el de Eurovisión.

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(*) Bueno, eso era antes. Ahora hay muchas cigüeñas que se quedan en España todo el año, si bien el nido sólo se usa durante el periodo de paternidad responsable

(**) Chiste de los funcionarios del resto de servicios de esa Delegación.

(***) Un picotazo de una cigüeña es una cosa mu seria. Piensen vuesas mercedes que anidan a la vista de águilas y otras rapaces, que -salvo raros ataques por sorpresa- no se atreven a incordiarles, ni a ellas ni a sus pollos.

(****) Nombre que se le da al canto de la cigüeña; bueno, más que canto es una especie de ritmo (con baile asociado) que ejecutan haciendo sonar sus picos como unas castañuelas.

Fuente de Sofraga (R.I.P.)

Si en el anterior post trajimos al Ávila Street Museum la Fuente del Bancospaña, y prometimos continuar con más fuentes, he aquí que (y lamentamos decepcionarles) vamos a cumplir nuestra promesa. A continuación les presentamos dos famosas ex-fuentes de nuestra localidad: la de Sofraga y la de la Alpargata. Lo de ex-fuentes tiene que ver con el lamentable estado de su función chorrigueresca (algo ya reseñado en la Fuetne del Pardillo).

La primera (véase la foto superior) es la fuente de Sofraga, llamada así porque se ubica en la plaza del mismo nombre, que lo debe a su vez al Palacio de Sofraga, uno de los múltiples edificios nobiliarios edificios del S. XVI (maomeno), cuando nuestra ciudad tenía cierta relevancia en el Reino de Castilla; ahora tanto la fuente como la ciudad se encuentran en el lamentable estado que vds. conocen. La fuente está junto a la muralla, por el lado de dentro, al ladito mismo de la Puerta de San Vicente, protegida por una verja (también viejuna).

Yo, de pequeño, no entendía por qué se llamaba «plaza» a un espacio tan pequeño; pero mi padre (mucho más jurásico que yo) me dijo que el dueño del palacio de Sofraga había conseguido el permiso de las autoridades municipales (guiño, guiño) para vallar la mayor parte de la plaza, que pasó a formar parte de lo que ahora son los jardines del palacio (actualmente reconvertido en hotel-restaurante). La fuente, que habría quedado en la zona vallada, se trasladó al exterior para poder seguir prestando servicio público. Circulen, circulen.

La segunda ex-fuente es conocida como Fuente de la Alpargata. Se ubica en lo que ahora es la Calle de los Hornos Caleros, también Carretera de El Escorial o de Las Navas (aunque realmente era la Ávila-Las Rozas) y antiguamente Avenida del 18 de Julio, y seguramente más cosas si seguimos retrocediendo. Desconozco el motivo del curioso nombre que tiene, sólo sé que tenía fama de dar buen agua. Digo «tenía», porque tras varias restauraciones y reconstrucciones y terraformaciones (y creo que también la conexión a la red pública de abastecimiento de agua), el estado que presenta es también lamentable. Probablemente, tanto en ésta como en la anterior tengamos buena parte de culpa los abulenses, dados a volcar nuestra frustración contra el mobiliario y enseres municipales*.

Fuente de la Alpargata (Q.E.P.D.)

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(*) Por cierto, y aunque no venga a cuento, en esto del vandalismo, últimamente se llevan la palma los espejillos esos que se ponen en los cruces para poder ver si viene algún vehículo por la otra calle, el más cercano a mi casa (cruce de la C/Valladolid con Fray Luis de San José) tarda pocos días en ser reventado a pedradas, cada vez que se repara; y el de San Pedro Bautista con David Herrero, tres cuartos de lo mismo. Ójala que, la próxima vez, al autor le salte una esquirla de cristal al ojo y le atraviese desde la córnea hasta el tobillo.

¡Hoy saldremos de dudas! (Es el Día Enfermeril)

Estimados lectores (sonido de fanfarrias) ¡baby rotonda está viva! El ÁSM les trae en rigurosa primicia la evolución de los acontecimientos. La sonda tripulada «Mon 92», tras completar un par de órbitas, nos ha enviado nuevas fotos donde se puede comprobar ferpectamente que el prometido monumento a los enfermeros no se ha quedado en agua de borrajas, y que está a punto, ya que hoy, 12 de mayo, es el día internacional de la enfermería, y puede pasar cualquier cosa. Incluso que vayan políticos no invitados al acto y se miren mal entre ellos.

Vamos al lío. Una hermosa figura pétrea prismática luce en el centro (aproximado) de la nueva rotonda, elevándose sobre la cubierta vegetal. Por el momento no hay inscripción alguna, por lo que se abren dos posibilidades:

  1. El monolito es una peana, por lo que pronto aparecerá un monumento encima de la misma. Dada la reducida superficie, el chirimbolo no creemos que pudiera ser muy grande: se descartaría que lleve la figura de una enfermera morroñosa* a tamaño natural, como apuntaron algunos ejpertos. Probablemente se trataría de algún objeto alusivo a la profesión: un tensiómetro, un desfibrilador o una botella de vodka.
  2. El monolito es el monumento. En este caso (bastante habitual en los últimos engendros rotondiles, como los la dedicatoria con lío o la de las vacas) la finalización sería inminente y cutre: una sencilla placa a modo de matrícula, con una inscripción laudatoria. Sin embargo, en este caso lo lógico sería que el pedrusco hubiera venido de fábrica con la inscripción ya adosada, algo que nos desconcierta.
  3. Sí, posibilidad 3. ¿Qué pasa? Nunca os fiéis de mí. A lo que iba: si el monumento quiere representar fidedignamente a una enfermera en el ejercicio de sus funciones, no descarto que lo que se coloque sea una escultura de una enfermera fumándose un cigarrito (guiño, guiño), en el exterior de la rotonda, tó estresá, porque lleva ya 22 horas de una guardia interesante. Y quedaría de cohoneh, no me lo negarán.

¿Qué pasará? ¿Qué misterios habrá? Puede ser mi gran noche… Estarán conmigo en que it’s very difficult todo esto de colocar un monumento a plazos, aunque por otra parte, nos permite asistir en primera fila a algo que los humanos raramente somos capaces de poder contemplar, como la reproducción de los castores de Alaska o a Cuca Gamarra en actitud dialogante. Continúen atentos a nuestras pantallas, donde esperamos desvelarles próximamente qué excelsa y monumental erección es la que finalmente se produce.

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(*) Lo de morroñosa no es adjetivo de la enfermera, me refiero al material por excelencia en que se construyen los sueños**

(**) Cuando tus sueños húmedos incluyen eso de pingar un cacho de metal oxidao y decir que eso es arte.

Warning: Lo del fondo a la izquierda parece un cacho de la muralla, pero solo es un decorado.

La Fuente del Bancospaña es un monumento multichorril ubicado en la Plaza de Adolfo Suárez, frente al pretencioso edificio que una vez albergó la sede provincial del metabanco por antonomasia. Tiene la peculiaridad de que echa agua*; que me dirán ustedes que vaya gilipollez tratándose de una fuente, pero han de saber que la mayoría de las fuentes ornamentales de nuestra capital y provincia suelen carecer del líquido (o sólido**) elemento por culpa de la pertinaz sequía, el progresivo abandono y la herencia recibida. En la siguiente entrada de este bló daremos cuenta de ello.

Otra peculiaridad de la ubicación de la fontana es que está en un cul-de-sac; si bien por sus dimensiones no parece un callejón sin salida, realmente es una «plaza sin salida», ya que está rodeada al sur y al este por las murallas, y al oeste por el edificio que daba el nombre oficioso a plaza y fuente, aunque ahora da cobijo a otros menesteres más económicos y hacendosos (e incluso catastralosos). Y, por terminar, por el lado abierto, que le comunica con la puerta del Alcázar y las calles Don Gerónimo y Cruz Vieja, la plaza se podría decir que tampoco invita a la visita, pues queda algo tapada por diversos accidentes geográficos.

Vista de la fuente con la muralla (esta vez, la de verdad) al fondo

Por ello, tanto la ampulosa fachada del ex-banco como la fuente pasan bastante desapercibidas, ya que los usuarios más habituales de la plazoleta son las palomas que se arriman a la fuente a beber agua y hacer sus abluciones rituales, y algún turista que se cuela por la zona, despistado, pensando que va a encontrarse algo más, aparte de la fuente y las palomas. No es así. Hubo un acceso a la muralla justo en lo que sería el fondo de la segunda foto, pero se eliminó. Bueno, hay algo más, vale… Tenemos un verraco ya informado en este bló (pero comprendan que los -y sobre todo, las- abulenses estamos acostumbrados a los verracos) y algunos pedruscos artísticamente diseminados.

Helos aquí. Pensé dedicarles una entrada propia a estos abrevadero s arremolinaos, pero por la presente, me la ahorro.

Como dato inútil y adicional, la fuente (y el jardincillo aledaño) ocupa maomeno el lugar donde estuvió el Alcázar de Ávila, una fortificación que debió de ser más funcional que majestuosa (no piensen ustedes en el de Segovia o el de Toledo, ni mucho menos) y podríamos decir que pasó casi directamente del estado de «inaugurado» al de «ruina», ya en época postmedieval, dado que al poco de terminarlo resultó que Ávila se había quedado lejos de todos esos pueblecillos con el apellido «de la Frontera».

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(*) De hecho, esta fuente se ha pasado largas temporadas completamente seca, y ha sido reparada y restaurada para relucir y remojar tal y como la ven ahora.

(**) Ex-sólido elemento, porque esa fuente se pasaba helada enero y febrero cuando yo era pequeño (aún se notaba la glaciación Wurm), y nos gustaba cruzarla con cierto riesgo para nuestra integridad. Andando, que para lo de patinar soy más torpe que un guarro chico.

A new rotonda is born

Estimados y escasos seguidores de este bló, si los astrónomos andan engorilaos con la posibilidad de que Betelgeuse llegue al final de su ciclo estelar y reviente en plan supersupernova, emitiendo más luz que Vigo en Navidad y proclamando que el fin de los tiempos se acerca (una vez más; penitenciágite, hermanos); el Halón Disparado Ávila Road Museum Lagarto Spock tiene a bien mostrarles algo todavía más increíble y jermoso: el nacimiento de una rotonda*. Esta protorrotonda se ubica, por ahora, en la confluencia de la Avda Madrid (creo que es la única rotonda de la avenida que no tenía chirimbolo) con la C/Cardeñosa, lugar que en el futuro y para la posteridad se denominará «Rotonda de los enfermeros«.

Por el momento, el lugar ha sido delimitado con una cinta bicolor, de esas que la humanidad ha escogido como símbolo universal para representar la frontera entre el bien y el mal (en exteriores, en interiores se suele usar una fregona en diagonal, ya tú sabeh). En realidad, lo de la cinta parece un poco absurdo, ya que normalmente nadie va a caminar por el interior de la rotonda, y si lo hiciera un vehículo, sería formando parte de un accidente con componente etílico, que dudo que la cinta hubiera podido evitar. Supongamos, pues, que la cinta quiere mostrar la firme voluntad de llevar a cabo la erección del monumento a los enfermeros, de un modo bastante cutre, lo que por otra parte es acorde con el devenir de los tiempos.

A partir de aquí, puede que -como nos pasa con Betelgeuse- sucedan dos cosas: o que los acontecimientos se precipiten (estando en época electoral, no descartamos una inauguración in extremis), o que por el contrario, esto se quede así durante otro millón de años, como la famosa plaza del zócalo de Ciudad de México, que se llamó así porque se puso la base del monumento pero nunca la estatua. Cosas peores se han visto.

Lo siguiente, y lo que nos tiene en ascuas, es el tipo de monumento elegido. Creo que todos y todas en este bló estamos deseando que sea un engendro de fierro morroñoso. Me atrevería a hacer un boceto, incluso (en modo «sujétame el cubata», of course). Pero hay que ser realistas; los tiempos están cambiando, y el Colegio de Enfermería se suele gastar el dinero en otras cosas más mundanas (juergas, sobre todo). Mucho me temo que lo que se colocará en el centro del círculo sea un hito de piedra (en Ávila nos sobran) o algún otro chirimbolillo conmemorativo con placa alusiva a la motivación. Bueno, esa cinta rojiblanca creo que indica que la dedicatoria será algo menos invisible que la de la Glorieta del Doctor Carlos Marcelo Francos von Hünefeld**.

Por último, he de hacer una propuesta que seguro que no será tenida en cuenta. La rotonda debería llamarse «de las enfermeras». Porque si hay una profesión en la que no es necesario usar lo de «enfermeros, enfermeras, enfermeres y enfermer@s» es ésta, en la que se puede aludir al conjunto del personal en femenino y no creo que nadie se moleste. Tú dices «las enfermeras del hospital reclaman loquesea» y se sobreentiende que es el conjunto del personal sin excluir a los varones ni a las varonas***.

En cualquier caso, este bló se compromete a mantenerles informados de la evolución de los acontecimimientos. Una sonda tripulada será enviada periódicamente a la rotonda (bueno, no entraré en la rotonda, me colocaré en órbita de Lissajous) para inmortalizar todo lo que allí suceda.

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(*) A ver, en realidad la rotonda ya existe; pero se encuentra incompleta sin su chirimbolo. Es a esa condición de rotonda pluscuamperfecta a la que nos referimos.

(**) Que es verdad, este señor con nombre de emperador mexicano (o de alcalde de Überwald, si lees a Pratchett) fue un jran médico que ejerció en el hospital de Ávila y falleció haciendo parapente. Y su rotonda sólo tiene este cartelillo como muestra de homenaje, que ni sale en Gúguel Maps ni ná.

(***) La palabra varona existe. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada varona, porque del varón fue tomada (Gen,2:23).

Non Fungible Trisky

Cuando se está en racha, se está en racha. Si la semana pasada informábamos del hallazgo de los Hornos Medievales sin Post; en las obras de escarbación de las otras escaleras mecánicas, las de la Cuesta Antigua, ha aparecido el primer NFT Postmedieval del que se tenga constancia. Y la cosa no termina ahí; ¡¡desde Galería del Halón Disparado lo ponemos a disposición de todos los inversores interesados en hacerse con esta interesante pieza virtual de coleccionista real!!

Fue el pasado 1 de abril cuando los operarios encofradores hicieron el crucial descubrimiento, que se ha hecho púbico ahora. El nivel láser de rincones no paraba de mostrar lecturas extrañas. Al principio, se pensó que el problema venía derivado de la forma de la escalera; ya al tener que construirla sobre una cuesta de pendiente variable, se proyectó como una curva de Laffer, que sobre el papel lo aguanta todo, pero que una vez aplicada empezó a provocar incongruencias.

El arquitecto municipal, tras tomarse la preceptiva copa de coñac y zampuzarse en la cavidad de las escaleras, se colocó en decúbito dorsal a la altura del decimonoveno escalón. Tras unos instantes de desconcierto, pudo detectar el NFT, que hacía vibrar su móvil a pesar de estar en modo avión. La señal blutuz no dejaba lugar a dudas: se trataba de un NFT postmedieval, único en su género, cuyo token probablemente había sido desarrollado en python por el mismo autor del baldaquino sobre el cenotafio de los santos mártires de San Vicente. Los estilos coinciden.

El NFT pudo ser extraido por el concejal de festejos, con su Aifon 43. Para los nativos no digitales, un NFT es una especie de título de propiedad de algo etéreo, un contrato escrito en el equivalente digital de una servilleta de papel pringá de grasa. A todo esto, la ventaja de este hallazgo es que, al ser un mero campo electromagnético adimensional de bits y de bots, no es necesario paralizar las obras de las escaleras, que continúan a buen ritmo. De hecho, ya se ha alcanzado ya el nivel freático, por lo que pronto se comenzará con la instalación del reactor de biomasa y de los reclinatorios.

Y aquí viene lo mejor: como expertos que semos en bloskchein, criptomondongos y treidin, ¡el Ávila Street Museum ha sido el designado para comercializar este NFT en los mercados digitales y en forochoques! Los interesados podéis enviarnos un bizum a nuestros números personales, participando en una proporción alícuota quosque tandem en la propiedad del NFT, mediante un código hush que os remitiremos por correo certificado. ¡Sea usted propietario de un token al que ni siquiera el mismísmio Elon Musk tiene acceso!* ¡Participen en este crowfrungin! Los 100 primeros recibiréis, además, un mordisco del Camarada disfrazado de Rasputín (que es como acude habitualmente a su trabajo).

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(*) Nos prohíben exportar el NFT por haber aparecido en una ciudad patrimoño de la humanidad. Pa que veáis lo valioso que es.

Horneando el horno

Señoras y señores, indignado me hallo ante la afrenta cometida por las escarbadoras municipales. Siendo los hornos postmedievales uno de los signos de identidad no sólo de este bló, sino de toa, toa, toa la arqueología abulense, durante la ejecución de las obras para instalar unas escaleras mecánicas, ahora* parece ser que han aparecido unos Hornos Medievales sin Post. Medievales a secas. Cuatro días después de nuestra entrada a dedicados a los auténticos, los únicos, los inigualables (prrrrrrrr badabum-chis) Hornos Postmedievales.

No me cabe duda de que todo esto es un plan urdido para desacreditar tanto a nuestro Á.S.M. como a nuestros hornos favoritos, que ante la aparición de estos hornos rivales probablemente queden en situación de desventaja, y pronto sean un espacio abandonado, como el Centro de Interpretación del Misticismo o la sede local de Ciudadanos. ¿Tengo pruebas de lo que digo? Efectiviguonder**.

La prueba más clara es la propia escarbación en sí. Resulta que para poner unas simples escaleras, que han de salvar un desnivel de unos 5 metros maomeno, se horada toda una plaza que hasta hace bien poco, tenía una pinta aceptable (ver afoto 2), derribando árboles y removiendo más metros cúbicos de terreno que durante la construcción de la presa de Assuan. Eso ya olía mal. Para rematar, les recuerdo que la mayor parte de nuestra ciudad tiene cuestas, de hecho desde el final de estas escaleras hasta el centro todavía quda un desnivel aún mayor***. ¿Tenían sentido estas escaleras?

La ya ex-plaza, antes de empezar las obras, desde el ojo de pez del Gúguel.

El plan era evidente, tenía que aparecer algo para perjudicar a nuestro bló. Por eso han hozao paquí y pallí hasta que han encontrado tres piedras juntas y han decidido que eran unos hornos. Normal, en una ciudad con siglos y siglos de historia, era cuestión de tiempo, lo extraño es que no haya aparecido un cacho de Santa Teresa. Al menos se ha salvado -por los pelos- la Avda de Madrid, que llevamos una temporada que nos la llenan de zanjas y nos cortan el tráfico a la mínima.

La documentación de los hornos, de momento, brilla por su ausencia. No se sabe si eran hornos pirolíticos, si estaban en garantía, no se conserva la factura, ni siquiera sabemos si eran de fabricación nacional… Un desastre, como siempre. ¡Viva lo postmedieval! ¡Viva el capital!

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(*) Es un «ahora» irónico-alegórico, al estilo de Avilared.

(**) Antiguo chiste, sin traducción para los millenials.

(***) Ya, el plan es salvarlo con el ascensor o las escaleras que hay dentro del Centro de Recepción de Visitantes****. Me sigue rechinando un poco.

(****) Parada de bus para turistas que tenemos aquí. A pesar del nombre, no suele haber nadie recepcionando, ni cantando «Americanos, os recibimos con alegría».

Ayer fui por puro placer a una reunión de una comunidad de vecinos. De una comunidad de vecinos que no es la mía. Sí, amigos, soy así de gilipollas. Una vez, de niño, me grapé un dedo para ver qué se sentía. Ese es el nivel.

En realidad se trata de la comunidad donde vive la madre de mi novia. Y como ella tenía que ir —ella mi novia, no ella su madre, malditos pronombres—, pues para allá que nos fuimos. Me picaba la curiosidad muchísimo. Porque se trata de una de las dos últimas comunidades de vecinos de la ciudad que todavía tienen calefacción de carbón. Y el único punto del orden del día era informar sobre la posibilidad de conectarse a la red de calor que se está construyendo en la ciudad.

Como era de esperar aquello se desmandó rápidamente. Gente protestando porque con la calefacción actual pasan frío. Gente protestando porque no se habían enterado de que se había firmado un preacuerdo con la empresa suministradora de la red de calor. Gente protestando porque patatas… Lo normal cuando llenas una sala de jubilados. Cuando se pudo poner orden, los de la suministradora nos contaron las bondades —que las tiene— de su producto. En general, la cosa tiene buena pinta. O eso nos pareció a los «jóvenes» —mi novia y yo éramos, probablemente, los más jóvenes de la sala, y ya juntamos más de un siglo entre los dos—.

Llegado el turno de preguntas fue cuando aquello empezó a recordarme a una conferencia de la ONU sobre el cambio climático. Primero vino la fase de negación: a ver si podemos seguir con nuestra calefacción de carbón. Que el carbón sea actualmente mucho más caro, de mucha peor calidad —lo que ha impactado gravemente en el calor que llega a las viviendas— y que la persona que la atiende sea ya mayor, no esté para trotes* y ya les haya dicho que lo deja, parecían no ser obstáculos insalvables.

Pasamos rápidamente a la fase de ira. Que si el presidente es un cabrón, que si tengo frío, que si esto no vale para el agua caliente —sí vale, pero si ahora no tienes agua caliente central, no va a aparecer ella solita—, que si podemos poner contadores…

Llegada la fase de negociación, una señora preguntó que si no se podía poner una caldera de gas o de gasoil. Dejando de lado que el precio de dichas alternativas es simplemente disparatado frente al de la red de calor —decenas de miles de euros frente a cero**—, el horizonte temporal de dichas calderas es limitado, muy limitado. La misma señora preguntó acto seguido que si no se pueden poner paneles solares. Afortunadamente, nadie le hizo ni caso.

Un señor intervino para decir que ya éramos mayorinos y que seguir discutiendo de nada servía ya —fase de depresión—, así que lo mejor era fijar una fecha para votar si se enganchaban o no. Creo que finalmente estaban casi todos convencidos de que era cosa buena —fase de aceptación— y que acabarán votando a favor. Y nos largamos cuando empezó la «fase de corrillos»…

La experiencia fue muy instructiva para mí. La capacidad de un grupo humano de irse por las ramas cuando hay que tomar decisiones importantes es fascinante. Justo como la comunidad internacional enfrentándose al cambio climático.

Banda sonora recomendada

*El carbón de baja calidad genera más escoria y hace que esta sea más difícil de retirar. El buen hombre pasa cada vez más tiempo limpiando y menos alimentando. Así que claro que pasan más frío…

**A las cien primeras comunidades que se apuntaron no les cobran la conexión al sistema.

El bipétreo* monumento que traemos hoy ante sus ejpertos ojos es el dedicado al primer otaku español, que fue -ojo al dato- un abulense, San Pedro Bautista Blázquez para los amigos. Se ubica en los jardincillos de San Antonio, pero no en el parque principal, sino en el sector anexo a la iglesia del mismo nombre y apellido padovano. Es fácil de encontrar, porque el pedestal es de una vez, como pueden ver. A la estatua de Pedro, allá en las alturas, le falta una mano; no sé si debido a defectos del material o a algún acto vandálico durante las post-verbenas del Sanan**.

Vayamos primero con la persona aquí encumbrada, y luego hablaremos del encumbramiento propiamente dicho. Pedrito nació en San Esteban del Valle, jermosa localidad de la Andalucía de Ávila (también tenemos), a mediados del XVI. En su juventud opositó para misionero, y pronto pudo viajar a predicar el cristianismo al Japón. Aprendió el idioma, se hizo con una pandilla maja por allí, y le gustaba el país; pero entre las insidias de los frailes portugueses, que veían peligrar su parte del pastel***, y de los japoneses más tradicionalistas****, a los que no les gustaba la globalización mercantil, tecnológica y religiosa que venía de la mano de los occidentales, fue condenado a muerte, siendo ejecutado en Nagasaki con sus correligionarios, por lo que está considerado el primer mártir cristiano en Japón, y por ello fue pronto elevado a los altares.

La elevación al monumento, por otra parte, no data de aquella época (bien se ve que no es postmedieval), sino de mediados de 1945, lo que tiene su miga… Vale que la fecha (29/06/1945) coincide con el 4º centenario del nacimiento de Pedro B. (aunque en algunas güebs pone que nació en 1542); pero además coincide con un periodo muy curioso de la historia de España, marcada por los vaivenes en nuestra relación con el país del sol neonato, que procedemos a explicar.

Tras la entrada de Japón en la II Guerra Mundial, España continúa por un tiempo con su política de «simpatía ma non troppo» por las potencias del Eje, que parece que van a comerse el mundo, y de hecho se felicita a nuestro nuevo fachicolega por lo de Pearl Harbour. Sin embargo, cuando Japón invade Filipinas y se dedican a eliminar todo lo que suene a occidental e incluyen en el lote, por ejemplo, a los sacerdotes españoles, se nos van quedando los ojos a cuadros (y también al embajador japonés en Madrid, que había comenzado una politica de buen rollito y ahora no sabe ni dónde meterse).

El avance de la guerra, y la masacre del consulado español en Manila (abril de 1945) terminan de convencer al pragmático usuario de la lucecita de El Pardo de que es momento de ponerse a bien con los yankis, y –ole su huevo– se ofrece como aliado para declarar la guerra a la pérfida Japón, incluso -sujétame el solysombra- mandando otra División Azul a reconquistar Filipinas (y, si cuela, recuperar algo de la excolonia para el Imperio)*****. De más está decir que ni se dignaron a responder a nuestras gallardas peticiones.

Es durante este furor anti-nipón (29 de junio de 1945, remember) cuando se inaugura el monumento a «nuestro» santo de Nagasaki; ciudad a la que -irónicamente- en ese preciso momento le quedan dos telediarios, pues será arrasada apenas 40 días después por obra y gracia del plutonio 239 superapretujao.

Enlace al mapa

(*) Es Pedro y es de piedra, claro.

(**) Las verbenas/botellones de Ávila tienen nombres apocopados para la juventud: Sanan(tonio), Sanfran(cisco), Sanjo(sé-obrero), etc. Esto lo sé por mi hija adolescente, que frecuenta estos festejos etílico-religiosos.

(***) Sí, frailes que predicaban la misma religión y -en aquel momento- hasta eran del mismo país (o, al menos, tenían el mismo rey), se pusieron a malmeter contra Pedro para eliminarlo. Luego que si «qué inyustisia», que si les quitamos Olivenza…

(****) Japón ya era (y es) de por sí un país muy tradicionalista (y de las JONS), partiendo de ahí os podéis imaginar qué tipo de tipejos serían aquellos.

(*****) Vale que a veces me invento cosas, pero ésta no.