Penitenciágite, hermanos, el fin se acerca*

La Cruz de Ambiente Postmedieval preside una de las calles más emblemáticas de Ávila, denominada alternativamente como «Calle de la Muerte y la Vida» o «Calle de la Cruz Vieja». La cruz está fabricada en madera, tiene un tejadillo protector, y cuelga de una de las paredes del conjunto de edificios que conforman la catedral de Ávila. Completamos la ubicación; esta calle zigzaguea entre la Plaza de la Catedral y la de Adolfo Suárez, y tiene un trazado peculiar, pues presenta dos curvas de 90º. En una de ellas se encuentra el elemento monumentoso que traemos hoy al Á.S.M y que, de alguna manera, transmite el «ambiente postmedieval» a una calle singular, tanto que quizá sea propia calle la que realmente merezca estar en el Street Museum.

Como vds. saben, en muchas ciudades existen callejones típicamente típicos, de esos por los que, al pasar, sientes una mezcla de miedo y emoción por recorrer un lugar especial, legendario, misterioso, titotatín tatín. En Ávila, ese lugar es la Calle de la Cruz Vieja o de la Muerte y la Vida. De ella se cuentan varias leyendas de capa y espada, que por ser denominadas leyendas supondremos que son mentira o, al menos, herencia recibida.

Empecemos por la segunda denominación, la de Calle de la Muerte y la Vida, que tiene varias explicaciones, a cual más inverosímil. Por un lado, podría aludir a las figuras que aparecen talladas en relieve en los remates del edificio catedralicio que se encuentran precisamente sobre la cruz. Aunque muy deteriorados por el tiempo, se puede distinguir un esqueleto que llega desde más allá del Muro de Hielo portando el cadáver de Jamie Lannister, bajo la efigie de la dama Khaleesi, entre sus dos dragones horripilantes. OÑO, QUE ES VERDAZ, MIRAD LA FOTO. Si en Ávila estás, a Juego de Tronos vas.

[ Foto de la web de alojamientos rurales Casas de Gredos , grasias de antebraso]

Por otro lado, lo de «de la muerte y la vida» podría aludir a que la parte central de la calle (la que se muestra en la primera foto), por estar oculta a las miradas gracias a su doble giro, era la preferida por los nobles abulenses para realizar esa histriónica costumbre de batirse en duelo; con el previsible fatal resultado para -al menos- uno de los dos contendientes, al que se alude con esa alteración de la forma normal de la frase. Porque si dices «calle de la vida y la muerte» aludes a un proceso natural, pero de esa manera queda más en plan «el muerto al hoyo y el vivo al bollo».

Finalmente, se baraja la posibilidad de que el nombre haga referencia al gato del campanero de la catedral, tras caer desde la torre en la que éste tenía su vivienda (justo en el lugar en el que comienza nuestra calle), mientras bajaba hacia el suelo, en un estado cuántico similar al del felino de Schrödinger, esto es, indeterminado para su dueño hasta que llegase al suelo y se manifestase uno de los dos.

Vamos ya con la denominación «Cruz Vieja». Esto plantearía la posibilidad de que alguna vez la calle se denominase «Calle de la Cruz Recién Puesta», pero no… Junto a una de las ventanas aparece la inscripción «LA CALLE Ð LA +» (a secas), véase la foto bajo estas líneas. Parece ser que ese «vieja» aplica a la calle, no a la cruz; y eso es porque en Ávila se bautizó otra calle con el nombre de Calle de la Cruz, lo que provocó una duplicidad intolerable; y por ello se decidió añadir lo de «vieja» a la primera calle, para destacar que fue la primera de las dos con ese nombre. Es como lo de los Brueghel o los Plinio, cuestión de primacía.

He aquí la inscripción

Aunque esa + del pétreo grabado hay quien la interpreta, por la fecha, como «Calle de la Suma», haciendo referencia a una iniciativa política del Duque de Lerma (#SUMAR), caracterizada por sumar una propiedad inmobiliaria tras otra hasta totalizar medio Valladolid, y luego, medio Madrid. El partido debía de ser muy rojo (de izquierdas, para los millennials), tanto que hasta el mismo duque terminó vistiendo siempre de ese color.

Lo cierto es, leyendas aparte, que cuando te atreves a pasar en solitario por este lugar a veces sólo oyes el eco de tus pisadas en el silencio. La escasa iluminación y las sombras de los contrafuertes de la catedral (en los que podría estar oculto cualquier maleante, espectro, o candidato a la alcaldía, prestos a abordarte con aviesas intenciones…), induce en el estado de ánimo cierto desasosiego. La cruz que en ella se ubica no hace sino añadir un plus de peligrosidad (y otro de nocturnidad, si es de noche) a ese desasosiego; no me negarán que cuando uno ve una cruz en una curva, no presagia nada bueno.

Y para añadir una teoría a este mundo de leyendas becquerianas, una propuesta mía, que tiene que ver con una extraña puerta sita en la mesma esquina de la cruz (cuarta y última foto) y que podría explicar ambas denominaciones de una vez. Según mis himbestigaciones, la cruz conmemoraría la infausta noche en la que un obispo, recién aupado al cargo que en su día fue de Prisciliano, y preocupado por la responsabilidad que recaía sobre su persona como pastor de esta nuestra impía grey, paseaba desvelado por los desiertos pasillos de su nueva seo. Llegado a un lugar del claustro, quiso saber a dónde comunicaba esa puerta, contra la que el deán y los presbíteros le habían prevenido: «Monseñor, por esta puerta no salga». Arrimó la oreja a la misma, y pudo escuchar extraños gemidos e invocaciones. Imaginando que algo demoníaco se urdía tras el portón, lo abrió y salió al exterior gritando «Vade retro, Satana», sin percibir que la puerta que a esta calle comunica se halla como a metro y medio sobre el nivel del suelo, perdiendo pie y dando con su episcopal solideo contra el empedrado, a la vez que -en ese su último acto como prelado en activo- sorprendía a una pareja que, oculta en las sombras de la calle, se refocilaba. Sic transit gloria mundi, dijo ella.

La Prevención de Riesgos Laborales brilla por su ausencia**

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(*) Se ve así, aparte de porque mi móvil es de gama media-baja, porque aproveché un día de niebla para hacer la foto y que quedase como en esa escena de «La noche de los muertos vivientes».

(**) Puertas elevadas parecidas he visto en lugares donde se carga o descarga material o ganado en camiones, dada la antigüedad, no creo que sea el caso. Más bien, que ahí falta algo.

El Fin de los Días está cerca. Los signos son claros: los Testigos de Jehová andan mal de pasta. O de fe. O de ambos.

Bueno, o eso he deducido yo al abrir el buzón esta mañana. Hace años todavía tenían perras para meterte alguna estampita de esas con gente de todas las razas acariciando koalas y tigres de Bengala en el Jardín del Edén —casi, casi tan falsas como las imágenes promocionales de Marina d’Or— o, si tenían el día generoso, un ejemplar de La Atalaya.

Me han entrado ganas de ir DALL-E a generar estampitas de estas…

Pero hoy me he encontrado un sobre blanco y dentro del mismo una escueta carta manuscrita. Llena de esperanza y fervor, aunque bastante cutre.

Menos mal que me han puesto la URL de los Testigos…

Esta gente se está quedando sin dinero. O van justos de fe y siguen dando la chapa, pero flojito. Tú imagínate que crees que para ir al Cielo tienes que predicar. Pero, a la vez, crees que al Cielo sólo entrarán 144.000 personas. ¿Qué harías? ¿Sigues predicando para ganarte tu sitio en el paraíso? ¿O dejas de hacerlo, no sea que ese gentil al que acabas de convertir termine siendo más santo que tú y te deja sin silla? O tiras por el camino del medio y predicas lo justito, con desgana… ¿Y cómo sabes si queda sitio todavía? Tú ahí, sin masturbarte, sin poder recibir una trasfusión de sangre, sin poder jugar al ajedrez ni escuchar un mísero disco de Black Sabbath en tu puta vida, y resulta que el autobús hacia el Cielo ya va más lleno que uno de Jiménez Dorado y te quedas en tierra.

Espera, que se me ocurre que puede ser peor. Supongamos que sólo pueden salvarse los 144.000 ungidos. Tú doblas la servilleta y, como has sido santo, vas al Cielo porque queda un sitio libre. Estás allí, de buen rollo, acariciando koalas —o lo que sea que se hace en el cielo de esta gente— y va y amocha alguien que ha sido más santo que tú. Corre el escalafón y, como el Cielo ha colgado el cartel de completo, te quedas fuera. Estar acariciando koalas y que te digan que ya podrás hacerlo más tiene que joder bastante.

Preguntas, preguntas…

Banda sonora recomendada
Escuchando «Así habló Zaratustra» gana mucho.

El Ávila Street Museum, superado el medio centenar de entradas sin poder confirmar o no el posible intercambio de subsedes entre el Á.S.M. y el Museo del Prado, les trae una nueva maravilla monumental abulense. Se trata de «Morroñito», el logotipo-mascota de esta nuestra postmedieval ciudad. Morroñito se ubica al principio del Paseo del Rastro (o al final, si vienen ustedes desde el otro lado), al lado de uno de los torreones del antiguo alcázar de la ciudad. Está fabricado en -obvio- fierro morroñoso con incrustaciones de algo parecido a la baquelita.

Morroñito simboliza la perfecta simbiosis entre las Ciudades Patrimoño de la Humanidad y ese metaaaaal* denominado, en su nombre no comercial, «fierro morroñoso». Un material que, desde el mismo día de su fabricación, ya parece deteriorado e inservible. Que te dan ganas de llevarlo al punto limpio, porque el chatarrero no te va a dar ni las gracias. Y que expande su morroñez, si la lluvia y demás inclemencias colaboran, descargándola sobre las losas para pringarlas de orín, marcando el territorio.

El hábitat natural de los fierros morroñosos son las rotondas, pero la especie ha demostrado una gran adaptabilidad para invadir otros nichos ecológicos, como los paseos peatonales o las plazas porticadas. En el caso que nos ocupa, y para aumentar la propia inservibilidad del fierro morroñoso, Morroñito tiene una inscripción de autobombo. Nos explica que, con cargo a presupuestos de muy diversas fuentes, se sometió a la muralla a una terapia de rehabilitación, o algo así, para que todos los presentes lo vieren y entendieren (y nos votaren**, si llega el caso).

En un bello giro del destino, el escudo que preside la inscripción de Morroñito está algo perjudicao. En otro giro, este engendro propagandístico de lo bien que se hacen las cosas se ubica a escasos metros de donde se produjo uno de los últimos derrumbes de la muralla. No diremos es cosa del karma, pero se le aproxima.

Aquí pringamos todos

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(*) Se nos ha ido un poco el puntillo heavy.

(**) Dado que las partidas presupuestarias de realizador y colaboradores pertenecían a partidos distintos, de esos que escenifican su rivalidad en el Congreso y otros foros, no se debió de ver conveniente citar nombres que pudieran arrastrar votos al adversario. Si hubieran sido todos del mismo lao, la cosa hubiera sido distinta.

Hace unas semanas contemplábamos con chorprecha que el nuevo Dubái de Salamanca se esfumaba en una inmensa nube de humo, cancamusa y tramposos tratando de rascar dinero público. Sólo unos días después me topaba con un anuncio tan similar y sospechoso, acerca de una ciudad súper sostenible en la provincia de Badajoz, que me puse a investigar un poco.

La ubicación «prevista» de Elysium City es un bonito sitio en medio de ninguna parte entre la localidad de Castilblanco, un municipio de 800 y pico habitantes en el noreste de Badajoz, y el embalse de García de Sola. Cerquita de la nunca concluida Central Nuclear de Valdecaballeros. Sobre la carretera nacional N-502, Ávila-Córdoba. No es coña, la N-502 se llama así.

Bienvenidos al Paraíso

Ojo, que cualquier día de estos podemos ver —ja, ja— las excavadoras en acción. La Junta de Extremadura ya ha dado sus bendiciones y en el mes de diciembre podíamos ver la siguiente predicción del ayuntamiento de Castilblanco:

Gente que se flipa

Vale, colegas. ¿Y quién está detrás de este pedazo de proyecto que promete «hasta 56.000 empleos directos —ay, que me hago pis— en la fase de construcción y explotación, a lo que se suman los puestos de trabajo indirectos»? Pues es un poco difícil saberlo: hay un par de webs, cada una con distinta pinta y distintos propietarios. Una bastante cutre que parece montada por una señora de Gerona muy espabilada que ha registrado la marca «Elysium City» para vendérsela a los «auténticos» promotores. Eso sí, no escatima en promesas flipantes. Veamos algunas capturas que he hecho por si cualquier día desaparece.

Ahí, con dos cojones. Vamos a hacer un Hong Kong extremeño. Les juro que la foto está en la web tal cual.
«Posiblemente tendrá su propia estación de trenes de alta velocidad.» Y dos huevos duros…
«Atraídos por una atracción» ¿Pero quién ha escrito esto? ¿La de 50 Sombras de Grey?

Así las cosas, pasemos a la otra web que promociona el tinglado este. Aunque el aspecto es bastante más cuidado, no deja de ser un mero escaparate del flipamiento. Ciudad 100% sostenible, ecología, restauración de ecosistemas, invertir en Elysium… ¿Cómo? Claro, amigos, si busco «Elysium Spain» en Google sólo sales tú pidiendo perras. ¿Y quién eres tú? Pues un tal Francisco Nuchera, propietario de los terrenos y promotor de anteriores aventuras que nunca llegaron a concretarse. Y la sociedad Castilblanco Elysium Corporation SA, cuya sede social se encuentra en este edificio inteligente y sostenible de Castilblanco:

Desde este ángulo se puede apreciar el músculo financiero de la sociedad. Estoy ya deseando poner mi pasta ahí…

Cuando empecé a escarbar en este estercolero había pensado poner mil y una objeciones a lo que había visto del proyecto. ¿Un lugar turístico al borde de un embalse? ¿En España? yo miraba esta imagen y me daba la risa:

Ese embalse al 100% de capacidad un total de 0 días al año…

¿56.000 empleos directos? ¿Sostenibilidad y me enseñas una ciudad desparramada? ¿Milagro económico sin producir nada y basado en casinos y furcias? Mira, voy a hacer una predicción basada exclusivamente en la fachada de la sede social de la empresa promotora: NI DE COÑA.

Banda sonora recomendada
Cuadrirrotondas binarias

El conjunto rotondil denominado «Sistema cuadrático» es un sistema binario de rotondas de forma cuadrada, una con fuente, adoquines y macetas y la otra con hierbecillas, que se ubica en La Alamedilla del Berrocal, localidad que forma parte del municipio de Ávila. La Alamedilla (prescindamos de los pedruscos) es el primer pueblo que uno se encuentra saliendo de Ávila en dirección Salamanca por la carretera N-501 (no por la autovía). En el Maps la plaza aparece alternativamente como «de la Iglesia» o «de la Constitución», preciosa dicotomía propia de las películas de Don Camilo y el alcalde Pepón.

Dado que la mayoría de las rotondas con chirimbolo de la cabecera municipal ya forman parte de este museo (quedan bastantes rotondas, pero de las que no tienen fierro morroñoso ni perrito que les ladre), y a petición de uno de nuestros positrolls (o troll con carga positiva), @gbuenadicha, hemos ampliado nuestro radio de acción a los barrios anexionados, eufemismo para denominar a lo que antes se decía «anejo».

No por ser un pueblo pequeño, La Alamedilla iba a estar desprovisto de rotondas; y de hecho, como se ha comentado, presenta un caso singular: un sistema binario. Todavía no he podido determinarlo, pero parece que la de la fuente sería la principal, y la de hierbas orbitaría alrededor de ella. También presentan la peculiaridad de la forma cuadrada, si bien la principal tiene bordes redondeados; reminiscencia quizá de un pasado geológico en el que tanto Alamedilla-A como Alamedilla-B hubieran sido rotondas de la secuencia principal, bien formadas y redonditas; y la intervención de alguna subvención europea para asfaltar calles hubiera modificado posteriormente su forma y composición.

El añadido de las 8 macetas confirmaría que Alamedilla-A tuvo originalmente atmósfera, cubierta vegetal y posiblemente floripondios. Tras la intervención adoquinadora, la población local se habría resistido a la pérdida de identidad, colocando estos receptáculos donde -suponemos- se habrían sembrado geranios o pensamientos.

Continuando con mis investigaciones, cuando hice la foto encontré al lado de las rotondas un balín de gomaespuma, de esos de las pistolas de juguete que admiten cargadores como los de los AK-47, prueba de que el tráfico es escaso y las rotondas presentan actividad infantil guerrillera, la cercanía a la capital posiblemente ha permitido la existencia de familias con niños, algo que cada vez escasea más en esta vacía parte de la galaxia.

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Nuestros PostHornos más PostFamosos

Llegamos a la quincuagésima entrada de este museo, con un especial, especialmente dedicado al cartel que traigo ante sus fauces: «Hornos Postmedievales». Se ubica en la Calle del Marqués de Santo Domingo, justo a la entrada de los Hornos Postmedievales, en la zona baja del recinto amurallado, muy cerca de uno de los accesos para la visitación de la muralla.

Quede claro que el monumento es EL CARTEL (o, para ser más exactos, la expresión en él contenida), que es el que está en la calle, no los susodichos hornos, que por encontrarse en el interior de un entresuelo adaptado para usos museísticos, no cumplen el principal requisito de esta página. Los hornos pueden visitarse abonando el precio de la entrada y penetrando en el interior durante el horario que se indica. O mirando por los ventanales, lo que ustedes prefieran.

Los hornos, vistos desde la época actual, por la ventana.

Como ya conocerán los visitantes de este museo, la palabra «postmedieval» es una de nuestras favoritas, empleada para describir cualquier artefacto arqueológico aparecido en este nuestro bló. Ávila es muy postmedieval y mucho postmedieval. Algunos pensarían que nos la inventábamos, pero, como habrán podido ver, el 80% de lo que les hemos ido contando en estas paginas es cierto y 80% restante, si acaso, se puede considerar licencia poética.

A lo que vamos. Los prefijos «pre» y «post» pueden tener sentido en determinados contextos. Se puede hablar de un chisme preincaico o posclásico, hablando de civilizaciones/periodos de los que se conoce menos que de los que se toman como referencia. Vale. Existe, poejemplo, la acepción «postmoderno», para describir a determinados individuos o a su producción artística, pero en este caso es por su antagonismo con el periodo anterior, incluyendo -no me negarán- cierta rechifla en su significado: «se oponen a los llamados ‘modernos’ pero no saben ni lo que son, porque tampoco tienen mucho más en común».

Pero esto de decir que hemos encontrao un «horno postmedieval» es, como la canción de las Spice Girls, «wannabe», en el sentido de «querer y no poder». Si los hornos son del XVI, no son medievales. Y punto. Que son postmedievales: sí. Pero también postvisigodos, postneanderthales y postjurásicos. Búsquense otra expresión; para una vez que esquivamos lo de «de Santa Teresa»… Hornos de alfarería renacentista, Talleres Artesanales del Siglo de Oro, Hornos Viejunos de Cohone, «Botijos Lope, est. 1542», Antiguos Hornos Intramuros.

Desde este bló aceptaríamos, y de hecho recomendamos, sin embargo, denominar «Mercado Postmedieval» a ese carnaval con cosas que los abulenses celebramos al final del verano*. Miren, ahí igual sí que está bien aplicado.

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(*) Seguro que @gbuenadicha prefiere algo más clarificador, como «simulación de mercado pocomedieval en diferido sin aparcabicis». Pero nunca llueve a gusto de todos.

Hágase un selfie aquí, hombre, pero con sol.

El fotogénico monumento «Si en Ávila estás» se compone de 5 letras metálicas sobre una peana del mismo material. Complementa el chirimbolo un conjunto de focos que por las noches puede iluminar las letras en colores variados, según el pantone de la celebración que toque somewhere over the rainbow. También se pueden iluminar de día, pero no queda tan vistoso, claro; gastarías luz a lo tonto. Se ubica en lo que viene siendo el aparcamiento junto al Humilladero de Los Cuatro Palos, sito en la Carretera de Salamanca s/n a mano derecha.

La función de este esdrújulo letrero es servir de compañía para las fotos de los turistas, que pueden posar haciendo el canelo al lado de las letronas, con las murallas de Ávila de fondo. Hay que reconocer que la idea ha tenido éxito, pues el sitio se presta a ello. En la foto que presento no es tan aparente, que la he hecho apóstata con una luz bastante pestosa en fondo y forma, pero en realidad es posible realizar encuadres de lo más artístico y fotos de lo más curiosas, sobre todo si la luz acompaña y tienes la suerte de ser un ser muy empotrable. Hasta el Gúguel Maps tiene, en la foto tomada desde el lugar, el momento en el que se produce uno de estos eventos.

Así, con este identificador, nuestra ciudad se une a otras con míticos letreros, como el de Hollywood, el de Schweppes o -sin duda, el más logrado- el de Marbiella. Y aquí pienso yo, ante tanta belleza, qué no diría Kant, si pudiera ver estas letras. A nosotros, con algo a mitad de camino entre el síndrome de Stendhal y la intoxicación por salmonella**; nos empujaría a escribir algo como su famoso Beobachtungen über das Gefühl des Schönen und Erhabenen mit Kartoffeln und Solch und Solch.

Como dato campestre y biológico, en la rústica parcela que hay en la ladera detrás del letrero, si se tiene paciencia y el día acompaña, es fácil ver conejillos de la subespecie local (Oryctolagus cunilingus) correteando por la hierba (si se están quietos es más difícil verlos, salvo para un ojo avezado en avistar conejos).

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(*) El título del post, para los afortunados que no lo sepan, es pura casualidad, en ningún caso hace referencia a esta bella melodía. Que ustedes pueden escuchar, bajo su cuenta y riesgo, si lo desean. No nos hacemos responsables.

(**) Es el estado habitual del Camarada los viernes por la noche, pero no lo suele usar para escribir posts. Una pena.

Sensei por el lado de la sombra

Tras la «Dedicatoria con lío I«, aquí viene la II (estaba claro que ese palito numeral romano no presagiaba nada bueno). Esta glorieta se ubica en la Glorieta del Escultor Antonio Arenas, que como a los abulenses no les sonará de nada, y a los forasteros, menos, os diré que es la que se halla en la confluencia de las calles San Pedro Bautista, Santa Cruz de Tenerife (casualmente, la misma que la Rotonda con lío I), Virgen de la Soterraña y Luis Valero. La que está debajo del Pabellón Municipal de San Antonio.

El lío comienza por una rotonda que no es tal, no es redonda y además no se respeta la prioridad de giro, si vienes por San Pedro Bautista y quieres girar a la izquierda tienes que ceder el paso aunque tú estés rotondeando. Mal vamos. Continuamos para bingo. La glorieta está dedicada al escultor y maestro Antonio Arenas, como se puede leer en esta noticia que cita un acuerdo municipal del municipio, de 2015. Hasta ahí, vamos bien. Y pallá que me fui con mi cámara de fotos móvil a inmortalizar el cartelín que dejase constancia para la posteridad la citada dedicación, cosa que me resultó imposible por falta de cartelín.

Lo curioso del caso es que en el centro de la no-glorieta hay una escultura, pero ni es del citado escultor*, ni está dedicada a él. Como pueden admirar en la afoto, ahí se representa ¡en fierro morroñoso! (¡por fin volvemos por el buen camino!) a un karateka en posición de hacer algún movimiento de esos con grito adyacente y nombre codificado en kanji. Una chapa en la peana de granito local nos saca de dudas: se trata de un homenaje a Luis Javier Dominguez, profesor que fue de la citada disciplina, prematuramente fallecido.

Sensei por el lado del sol (naciente)

Dominguez Villahoz era una persona mágica. Imagínense ustedes a lo peor de la sociedad abulense, compuesta por todos esos niños que no hay quien les aguante (rebeldes, hiperactivos, tocapelotas, traviesos, etc, etc). Pues a muchos de ellos, iba algún cuñao y les decía a sus padres: «apúntale a kárate** » . Y entonces les llevabas a clase con Luis Javier. Y te quedabas mirando el desarrollo de la clase, desde el cristalillo del pasillo por las rejendijas de las cortinillas. Y veías cómo, por algún extraño hechizo oriental, todos esos energúmenos en miniatura se quedaban como corderitos obedientes siguiendo las órdenes y enseñanzas del sensei. Sin levantar la voz, sin amenazar con castigos, sin mostrar enfado ni cólera.

Vale que a la salida volvían a comportarse como cabestros, bueno, pero poco a poco iban mejorando y en algunos calaba la filosofía del equilibrio y el respeto***. Conste que yo apunté a la mía por lo contrario, para que no se quedase sentada en casa conversando con su hámster; y le gustaba karatear. Sin embargo, ella ha heredado de su padre la nula capacidad de concentración que se requiere para repetir las katas sin confundirse; y tras un par de años sin pasar del cinturón blanco, abandonó la disciplina; no sin pena, porque adoraba a su profe.

Resumiendo, desde este bló aplaudimos la dedicatoria al maestro Luis Javier, pero ¿qué ha pasado con Don Antonio Arenas?

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(*) Parece ser que es de un tal Emilio Sánchez.

(**) Utilizo la acentuación hispana de España, esdrújula, En hispanoamérica creo que prefieren la llana (karate) y mis nulos conocimientos de la lengua nipona me hacen sospechar que allí dirán «kara…té» y con cara de mala leche.

(***) Cosas filosóficas que admiramos de los japoneses, cuando se les pasa lo de la filosofía del Bushido y el Kokusui shugi.

El famoso bló de palos, hecho piedra

El Monumento a Los Cuatro Palos es un bello grupo de postes con dintel, alrededor de una cruz, ubicado al lado de la carretera salamanquesa, en un cerro sito frente a nuestra ciudad*, desde el que se disfruta de una jran vista de la muralla y cosas adyacentes. Homenajea a uno de los más famosos blóses abulenses, que está algo inactivo últimamente debido a que sus miembros (o más bien, los miembros de sus miembros) comenzaron a levantar ampollas, con sus sagaces comentarios, entre los sectores más poderosos de nuestra ciudad. Así que les pusieron una cruz (ahí está, entre los palos), y les dijeron que estaban más guapos comentando los partidos de voley playa.

Técnicamente, el conjunto es lo que se denomina «humilladero», esto es, que los escritores del bló tuvieron fueron humillados y silenciados, y castigados de rodillas con los brazos en cruz, después de escribir en la pizarra 50 veces «no volveré a exponer las vergüenzas de la política local en mis asquerosos posts».

Cuando nuestro áspero clima lo permite, el lugar se llena de turistas que acuden en masa a fotografiarse en tan majestuoso promontorio, desde tiempos postmedievales. La propia Santa Teresa, copatrona local, dicen que tiene dos fermosas historias relacionadas con este lugar. La primera cuenta que -siendo niña- se escapó de casa para buscar el martirio en tierra de moros, siendo alcanzada por su tío en este preciso lugar (lo que demuestra que la Tere de geografía andaba un poco regulinchis, porque iba pa Salamanca**). La segunda, que harta de las trabas de las autoridades locales (religiosas, civiles y militares, en esto coincidía con nuestros ojomeneados del bló), se fue cabreadísima de Ávila, a fundar conventos en cualquier otro sitio, y tuvo el bello gesto de sacudir sus alpargatas, también junto al humilladero, exclamando a los vientos en pose indómita cual Escarlata O’Hara postmedieval, que de nuestra ciudad no quería llevarse ni el polvo.

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(*) Técnicamente, el cerro ahora forma parte de nuestra ciudad, por lo que topológicamente está dentro, a la vez que enfrente de. Seguro que los alemanes tienen alguna preposición que rige acusativo y que expresa esta situación con una sola palabra. Hinausgegenüberinnerhalbkartoffeln, o algo con más diéresis.

(**) Claro, que igual iba a solicitar el traslado de expediente para el Erasmus al secre de la USAL.

Seguimos con dedicatorias baratas

Seguimos con rotondas baratas y sin chirimbolo de fierro morroñoso. La Glorieta de Jesús de Medinaceli, de reciente designación, se ubica en la confluencia de la Avda Sta Cruz de Tenerife con la calle La Sierpe, y también, con las calles de Segovia y Virgen de la Portería, y con la Plaza de San Antonio (realmente, la rotonda formaba parte de la plaza, hasta la secesión-dedicatoria), y muy cerquita de la fuente de la Sierpe, ya citada en este bló. El monolito de Granito Abulense™ se nota que está recién tallado; se completa la dedicatoria con una inscripción y un pequeño relieve metálico.

Bueno, y ahora comencemos una crítica constructiva. Para empezar, es triste que el monumento propiamente dicho no se ubique en el centro geométrico de la rotonda, como sería de esperar, porque ahí había previamente una farola; esto resta empaque al pretendido homenaje. Se nota mucho que es un post-homenaje. Además, colocar en una rotonda un monumento que sólo es legible/visible desde una sola dirección me parece un contrasentido. Las rotondas están hechas para ser admiradas durante todo el proceso de giro rotondil en sentido levo. Además, esto de dedicar los redondeles de las rotondas, sin que afecte siquiera al callejero, lo veo más pillao por los pelos que aquella costumbre decimonónica de poner una placa de esas de «En la casa que había justo aquí antes de tirarla para construir pisos, nació el famoso Fulanito».

Sin embargo, siendo un chisme barato, está algo más currado que otras rotondas post-burbujiles; se ve que la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli (sic) anda mejor de pasta que la de los mozos de Nuestra Señora de las Vacas o el Patronato de la Vera Cruz. Ya el nombre de la cofradía, que no puede ser más largo y rimbombante, hace referencia a todo un señor duque, el de Medinaceli. Sí, no alude -directamente- a la bella localidad soriana de falsa etimología*; al parecer era el dueño de los terrenos de la primitiva sede de esta devoción con «patrocinador oficial». No sé si también tendrá que ver que el símbolo de la esclavitud** de Cristo (una S atravesada por un clavo, que es un poco como los jeroglíficos del abecé: S+clavus = Sclavus) se parezca sospechosamente al del dólar.

Continuamos para bingo. Lo que se ve al fondo es la iglesia de San Antonio***, que además es convento de padres franciscanos. A mí eso también me parece otro lío, deberían ser Padres Antonianos, o dedicar el tempo a San Francisco de Asís, y no a San Antonio de Padua… que no era de Padua, era portugués, aunque fueran colegas. It’s very difficult todo esto. Al parecer, esta iglesia es también la sede de la imagen venerada por la archicofradía, y por eso se eligió esta rotonda.

Como autocrítica a mí mismo, el jardincillo que rodea suele estar más florido y hermoso, pero hice la foto en enero, por lo que no queda tan bonita como pueda estar en temporada de flores. En cualquier caso, la cubierta vegetal ayuda a que la chapuza de la dedicatoria «by the farola» no quede muy cutre; de no ser así, el monolito quedaría, como decía mi tía, como un perantón.

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(*) De toa la vida te decían los sorianos que Medinaceli venía de «Medina Coeli» (ciudad -en árabe- del cielo -en latín-, por estar en un alto) pero cuadra más que su origen sea «Medina Selim», la ciudad de Selim. Otro lío a añadir al desaguisado éste. Como lo de pronunciar «coeli» como «cheli», el que sacaba el whisky en aquella canción de los 70, digo de los 75.

(**) Por cierto, lo de que a judíos, moros y cristianos, durante siglos y siglos, nos haya parecido bien la esclavitud (o al menos, no haya sido incompatible con el resto de preceptos, mandamientos, pilares y demás instrucciones prolijamente detalladas en los libros sagrados) da un poco que pensar.

(***) San Antonio fue famoso por predicar contra la avaricia y la usura; el hecho de que un rayo incendiase la cúpula de esta iglesia en 1990 igual nos quiere decir que San Antonio no está muy contento con algo. Por lo menos, con la ausencia de pararrayos en la antigua cúpula****.

(****) Ahora sí que tiene pararrayos. Mi cuñao el arquitecto siempre me dice que un pararrayos en una iglesia demuestra falta de fe, pero viene bien.