¡Qué chorrazos!

Llegamos hoy a una rotonda que no podía faltar, la megarrotonda con la fuente más enorme y profunda de las que chorrean por nuestra ciudad. Se ubica en la Plaza del Descubrimiento, y es también conocida por ser aquella en la que se celebraban los triunfos de los equipos abulenses en las competiciones deportivas. Por ello se diseñó más como una piscina que como una fuente ornamental, su volumen embalsado daría para varios concursos hípicos*. Lo malo -precisamente por esas dimensiones- es que en tiempos de escasez hídrica se ha de vaciar, o de lo contrario la fuente contendría más agua que el resto de los reservorios de Ávila juntos.

El funcionamiento, pues, es el siguiente:

  • Si hay abundancia de agua y el tiempo no lo impide: hermosos y cambiantes chorros de agua surcan los aires, ora uno gordo en el centro, ora una corona de chorrillos alrededor.
  • Con agua pero tiempo problemático (viento, hielo, etc): se prescinde momentáneamente** de los chorros, y la fuente queda configurada como abrevadero de patos en su viaje desde las estepas del norte de Europa hacia Doñana.
  • Con dudas sobre las reservas acuáticas: se cancelan los chorros y el rellenado/filtrado de la fuente, con lo que sus aguas van bajando de nivel y adoptando un tono verdoso, a la vez que se van acumulando ex-patos y residuos arrastrados por el viento.
  • Sequía pertinaz: la rotonda se vacía y se convierte en un recinto circular, apto para celebrar corridas de toros o una nueva edición de Los juegos del hambre.

Sobre la otra actividad asociada a la rotonda, la de celebrar los triunfos de los clubes de la localidad, tiene la ventaja de que el aforo completo de aficionados cabe dentro de la fuente y de que, aunque el evento se produzca en pleno verano, la temperatura del agua desaconseja permanecer en la misma más de unos pocos segundos, con lo que en media hora todos están en su casa con catarro y las fuerzas de orden público les comentan eso de «mira que os lo habíamos avisao». Afortunadamente, la periodicidad de celebraciones es superior al ciclo largo del calendario maya, estando prevista la siguiente (victoria del Club de Arqueros en el XVI Memorial Mariano Légolas) para el 13 Baktún 57 Takatún, según los arúspices.

(*) Es un chiste de abulenses.

(**) Alguna vez no se ha hecho a tiempo, y les puedo garantizar que la combinación de viento y temperaturas bajas convierte la Plaza del Descubrimiento en Disney On Ice. Sucedía también en la Bragueta de Villatoro cuando era una fuente.

Nada te traume, nada te turbe, vivo sin vivir en mí y habilito Javascript.

En Ávila somos seres respetuosos con las autoridades, y como muestra de nuestro apoyo y sumisión, aquí va un simbólico monumento, dedicado al software que nos permite (cuando los planetas se alinean y no hay conflicto de versiones) relacionarnos con la administración digitalmente: Cl@ve Firma. Se ubica en la plazuela que forma la calle Martín Carramolino, a la puerta de la iglesia de San Juan.

Como no podía ser de otra manera en nuestra teresiana y postmedieval ciudad, se ha elegido la firma digital de Santa Teresa, en la tipografía original de sus manuscritos. Teresa de Jesús tuvo también problemas para firmar sus escritos, y eso que no se había inventado la máquina virtual Java ni el lector del DNI electrónico; en su caso era la Spanish Inquisition la que no paraba de dar errores de compatibilidad.

Casualidad o no, en la misma iglesia de San Juan, al lado de la que se ubica la firma, es posible que fuese bautizada Teresa. Debido a un error de hardware (faltan las hojas del año 1515 del libro de bautismos) no se ha podido verificar este dato. Otra posibilidad es que hubiese sido bautizada en Gotarrendura, localidad cercana a la capital, donde sus padres tenían un casoplón.

La Torre Morroñosauron

En el Ávila Road Museum tenemos el jhonor de presentarles una de nuestras maravillas escultórico-morroñosas, la dedicada a la torre-fortaleza Barad-Dur, conocida también como La Torre Oscura, Lugburz o Los Ojos de Sauron* (para nosotros, Torre Morroñosauron). Construída -obvio- en fierro morroñoso, se ubica en la rotonda de la plaza de toros, el punto donde se bifurcan la carretera de Toledo (N-403) y la de Burgohondo (AV-900).

Si en Madrid tienen una estatua dedicada al ángel caído, en Ávila, mucho más literarios, se la dedicamos al malvado** Señor Oscuro, cuyo ojo nos vigila desde su atalaya (intimida, intimida, mirad si no la foto panorámica del gúguelmaps). En la concepción inicial del monumento, ahí en lo alto, una poderosa llama, ardiendo perpetuamente, lo haría aún más visible y terrorífico; pero al precio que va el gas se desestimó la idea. Hay que decir que nos ha salido más barato que el obelisco de la Plaza de Castilla en Madrid (que llegó a dar vueltas durante un par de días antes de que alguien -sensatamente- lo parase).

(*) Sauron tenía dos ojos, la imagen mental que tenéis los que habéis visto la pelicula es de un gran ojo, pero por lógica, en la torre pondría los dos. No es lo mismo para mirar por el palantir, que es algo así como su catalejo, y se arrima sólo con uno,

(**) Malvado, porque la historia la narran los vencedores, elfos de mierda, claro; en caso contrario ahora lo estaríamos llamando «Sauronísimo por la Gracia de Morgoth».

¿quién me presta una escalera…?

Llegamos a la entrada trigésima del Ávila Street Museum con una estatua que saluda a los visitantes ante una de las principales puertas de la muralla, la de la Catedral o de las Carnicerías o del Peso de la Harina o de Los Leales*… en el punto medio de la calle de San Segundo.

La estatua creo que representa al Cristo de las Murallas, una talla que procesiona en la semana santa abulense. Y para que fuera más abulense y mucho abulense pues le han cascao -en plan chalé adosado- una extraña versión de la puerta de San Vicente en formato zip y encaramada a algo en forma de yoquesé, configurando un híbrido más mercadotécnico que otra cosa. Luego está el tema del pedestal, estrecho pero más alto que la estatua, lo que contribuye a aumentar este aspecto extraño y nada postmedieval que ya de por sí tiene la figura.

Dentro de que el arte lo aguanta todo, personalmente creo más que una escultura, eso que se ha puesto ahí pretende configurar un branding logo que llegue al target audience in the morning, que es cuando el sol le da de lleno, pues la fachada de la muralla -que es lo que está detrás- y la escultura miran al sol naciente.

Los boomers teníamos un dicho «te queda como a un cristo dos pistolas», para expresar cosas como ésta. Afortunadamente, el color grisáceo -que la mimetiza con el fondo- y la ubicación de la estatua, aislada en un parterre de cuidado césped que permite que la atención del viandante se desplace a las coloridas terrazas de los bares que invaden ostentóreamente esta parte de la Calle San Segundo, permiten que pase desapercibida.

(*) Las puertas de la muralla de Ávila tienen nombre, lo que pasa es que son nombres con superposición cuántica. Seguro que me he dejado alguno.

Pues ya estaría

Añadimos una entrada más al Ávila Road Museum, correspondiente a la Rotonda Bienintencionada, que se ubica en la Avda. de Juan Pablo II, en su confluencia con la Calle del Perpetuo Socorro y la entrada al centro de día de la Cruz Roja. Esta entrada me fue sugerida por el Camarada, porque mira que yo había pasado veces por ese sitio ese y ni me había fijao en el chirimbolo. Según está encuadrado en la foto parece algo curioso, pero si lo ven cuando pasan con el coche (afoto del gúguelmas), pues vds. dirán…

Ahí está

Véase. Seguro que el chirimbolo tuvo su inaguración, con presencia de autoridades y representantes sociales. Y, ojo, que en este bló agradecemos que no se haya colocao un adefesio en fierro morroñoso de 14 metros de altura y merecientosmil euros de coste, andevaparar; pero quizá habría que haber buscado la manera de visibilizar algo el chisme. Poco más hay que decir. Sobre todo, que la inclusión no se demuestra con chirimbolos, sino con acciones.

and the winner is…

«¿Qué leches es eso?», os preguntaréis. El Monumento a la Meritocracia -que así bautizamos- es una prueba más de que en Ávila somos la leche haciendo monumentos. Nada se deja al azar ni al azahar en esta nuestra postmedieval ciudad, o postciudad. Como pueden ustedes ver, lo que hay ahí es un podium realizado en Pedrusco Abulense™ recién tallado, al lado de la acera. Este extraño finstro se ubica en la Cuesta o Calle o Plaza de San Vicente, al poco de salir de la Avenida de Madrid.

Diréis que soy bastante impreciso con las ubicaciones, que si calle, que si plaza… coño, mirad el gúguelmas:

La duda ofende

¿Contentos? Bueno, pues vamos a analizar la majna hovra. Este engendro se halla al lado del paredón bajo la fachada norte de la Basílica de los Santos Hermanos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta*, a la altura de la cripta**. Alguien pensó que la cosa esa era una buena manera de escamotear a la vista una tapa de registro, conformando así un raro elemento del ASM (más extraño que horroroso, he de decir).

Primero pondré en contexto a los foráneos. San Vicente (el abulense medio no suele mencionar a sus dos hermanas) es nuestro más bello templo románico (terminado en gótico, éramos algo lentos), pero devotos y turistas suelen admirar sus otros 3 fermosos lados: oeste (los ábsides), sur (el que sale en la foto de la wiki ut supra) y oeste (el pórtico). Pero al lado norte nadie a acompañarle baja, nadie se detiene a oír su eterna estrofa de… tráfico. Y ahí van, y ponen un podium.¿Por qué?

Según Les Luthiers, Warren tiene todas las todas respuestas. Primero, la calleplaza del mapa es una pendiente adoquinada que está en la umbría y, cuando hiela causa no pocos accidentes -leves en su mayoría, por suerte- en esa curva de casi 90º. Pero al final de la cuesta llegamos a uno de los espacios más bonitos de Ávila (igual os recuerda a la entrada del Poble Espanyol de Montjuic).

Tenemos un podium, símbolo de esfuerzo y éxito; en un camino que asciende, primero solitario y umbrío, pero si superas los peligros y perseveras en la ascensión, llegas a la hermosa cima. ¿Qué nos quiere decir? Según Warren: «me-ri-to-cra-cia»; así, silabeando, como lo pronunció un antiguo jefe mío en una arenga a nosotros sus esbirros***. El triunfo es de aquel que se lo curra, mirad si no todos esos emprendedores que empezaron en un garaje: Bil Gueits, Mar Zúquerber o Ana Botín. Si te subes a ese podium, podrás cantar aquello de Sinatra:

And find that I’m A-number-one****
Top of the list
Head of the heap
King of the hill

No obstante, el destino siempre se reserva una trampa. Si entramos a admirar el citado pórtico románico de Sanvi, podemos ver en el tímpano -contada como en un tebeo de casi mil años- la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón (fotos 14 y 15) y ya sabéis lo que les terminó pasando a cada uno…

(*) Cristeta, se llamaba la hermana pequeña, sí.

(**) En lo que sería el sótano de la iglesia -a la altura de este podio, por tanto- está la cripta (holdea, holdea) de la copatrona de Ávila, la Virgen de la Soterraña.

(***) Estaba anunciando un ERE, y en realidad quería decir «quiero echar a los que me dé la gana».

(****) La letra de la canción es realmente es así, aunque frecuentemente se transcribe de otra manera porque los milenials ya no recordáis lo que era «A-number-one» ni la marca ACME.

Camaleónico

Un uso desconocido de las rotondas es el de servir de camuflador de algunos adefesios urbanos que, de no ser por ellas, provocarían disgusto al observador. Es el caso de la rotonda de hoy, camufladora como pocas en nuestra ciudad. Se ubica en lo que no sé si es la Avda de la Unión Europea o la Calle de Manuel Gómez Moreno, en su confluencia con la Calle del Cronista Gil González Dávila (la de cronistas que ha dado nuestra ciudad*) .

Todo este batiburrillo de nombres tiene un origen: lo que tendría que haber sido una vía de circunvalación por el lado oriental de la ciudad, que facilitase la ruta desde la Ctra del Escorial a la Ctra de Madrid en dos minutos, salvando la vía del tren y descongestionando el principal paso bajo ésta (el puente de la estación), se convirtió en -jracias, una vez más, a nuestros hurbanistas- en una laberíntica ruta que, plagada de rotondas y otros obstáculos, invita a evitarla salvo necesidad.

Sea como sea, con esta rotonda hemos de felicitar a su perpetrador, pues tiene a bien evitarnos la vista de una caseta de esas dedicadas a la intermediación electromotriz, que se ubica en su interior, bien disimulada con una masa arbórea (por el otro lado de la rotonda, ni se ve). Al césar lo que es del césar. Aprovechamos para sugerir la misma idea para la rotonda que está debajo de esta, Qué ven mis hojos, que bien podría disimularse con un bosquecillo de coníferas o caducifolias o con 10 kgs de dinamita, llegado el caso.

(*) Incluso se convirtió en historiador al músico Antonio Cabezón, entuerto en vías de desfacerse.

El Aleph, el inconcebible universo

Otro Jrande de la literatura nos visita hoy, no es otro que el bonaerense Borges. El Monumento al Aleph se ubica en la Calle de Candeleda, pero también pudiera ser la Plaza de San Jerónimo, o en la Calle del Padre Jerónimo Gracián, no lo tengo claro… Hombre, es un Aleph, y por tanto, el Universo y el callejero entero de Ávila están contenidos en él. Está realizado en Piedra de la Nuestra™ .

Como buen Aleph, está cuidadosamente camuflado; en este caso no está debajo de una escalera de un sótano, sino al lado de las ruinosas ruinas del Monasterio de San Jerónimo, hoy reconvertido en botellonódromo y pista de parkour. Te podrías sentar en el banco que hay a su lado y no darte cuenta de que, detrás de tí, el espacio cósmico está ahí. Realmente, el Aleph tendría que haber sido una pequeña esfera tornasolada suspendida en el aire; pero a ver cómo haces tú ese monumento, listillo. Estamos en Ávila y las cosas se hacen de nuestra piedra favorita, el granito; que forjó nuestro carácter y libera constantemente el radiactivo gas radón, a cambio de nada.

Una vez al año, cuando el sol incide en el ángulo correcto sobre el círculo de piedra, tampoco es que suceda nada especial; pero si pasase, nos avisas.

Esa pueeerta

Seguimos con las rotondas de la zona sur. En la de hoy, ubicada en la confluencia de la Ctra de Burgohondo con la Calle Burgohondo (anda, que somos imaginativos…) se encuentra el adefesio de hoy, «Puerta a lo Conocido», elaborada en fierro morroñoso, el material por excelencia de los artittas rotonderos.

La literatura, el cine y otras formah de harte han mencionado muchas veces las puertas a lo desconocido. Es que dices ese nombre y te salen Fríker Jimenez y su amigo el barbachivo explicándote cómo algunos lugares mágicos te permiten pasar a otra dimensión. Pues bien, en Ávila hemos hecho un monumento que es lo contrario: la puerta a lo conocido. Está tan bien hecha que tú la ves y sabes que si la atraviesas sigues en la misma rotonda. Con un poco de suerte, hasta pasa el bus de la línea 5.

La puerta no se puede cerrar, no tiene bisagras, lo que permite tener mayor certeza sobre lo que te vas a encontrar al otro lado. Todo en Ávila es predecible, excepto una vez que se elegía al presidente de la Diputación y se lió parda. O amarilla, más bien.

Las Air Tere

Nuevo monumento que viene al Ávila Street Museum. Dirán ustedes que no tiene pinta de antiguo, pero sí, lo es, lo es. Además, es uno de los más entrañables para los ciudadanos de cierta edad que seguimos paseando por nuestras callejuelas. Se trata del monumento a las zapatillas de Santa Teresa. Se ubica en la Calle Caballeros, antaño una de las más comerciales de la urbe.

Las zapatillas de Santa Teresa tienen una historia fermosa. Cuentan que nuestra copatrona*, cabreada por las dificultades que las autoridades de esta ciudad le ponían en el convento (que si inspección de Sanidad, que si debe usted el IBI desde 1562, que si Patrimonio no autoriza todavía el estilo carmelitano), se fue de la ciudad cabreadísima, a fundar franquicias conventos por la geografía española. Y tuvo un bello gesto: al cruzar el río Adaja, se detuvo y se sacudió las zapatillas, diciendo «de Ávila no quiero llevarme ni el polvo». Desde entonces, no ha sido la única. Más de la mitad de nuestros currantes en edad de trabajar han emigrado a otros lugares

A lo mejor piensan vds, como siempre, que me invento todo esto; pues no. Y si no se lo creen, enseñen esto a cualquier lugareño, y exclamará «anda, la zapatilla de…» y les contará la historia.

(*) Casi naide en Ávila -excepto alguno de los lectores de este bló- sabe que la patrona original de la ciudad es la Virgen de la Soterraña (que viene a querer decir subterránea, en castellano postmedieval, nuestro favorito).