Interrumpimos la serie de rotondas hartística que hasta ahora ha configurado el Ávila Road Museum para presentar lo que viene siendo una rotonda normal, sin chirimbolos, fierro morroñoso ni madera podrida. La rotonda estándar. La rotonda koiné. La errotonda batua. Porque estas rotondas también tienen derecho a estar en el ÁRM, y aún diría más, con mayor merecimiento que las otras.
La que presentamos hoy está ubicada en el Paseo de San Roque, en su confluencia con un montón de gente: San Pedro del Barco, Santa Clara, Cristo de la Luz y Fontiveros. Y sólo tiene un arbusto gordo, y una farola que alumbra (por las noches). En primavera hasta hay florecillas.
La rotonda ha presentado problemas a lo largo de su historia, pero no son culpa propiamente de lo que viene siendo el centro rotondil. Por ejemplo, cuando la plaza estaba adoquinada, los días de lluvia, como además tiene cierta inclinación, era una alegría observar el patinaje de conductores inexpertos (a mí mesecruzó alguna vez el forsierra de mi hermano -tracción trasera- sin ir más lejos). Y recientemente ha dado lugar a un episodio de obras de esas que se empieza a escarbar pa sanear y la zanja se tira allí una temporada larga.
Lo que venimos a reivindicar desde este bló son más rotondas humildes y funcionales. Y un saludo al jardinero que la mantiene. Lamentablemente, son la excepción.
Y olé !!!